Decidiendo bien

Es inevitable sentirnos abatidos y malhumorado ante determinadas circunstancias. Pero son tantos los beneficios que recibimos al estar anímicamente…

Es inevitable sentirnos abatidos y malhumorado ante determinadas circunstancias. Pero son tantos los beneficios que recibimos al estar anímicamente dispuestos, que resulta básico hacer el esfuerzo por mantener un humor estable. Los estados de ánimo negativos afectan la capacidad de tomar decisiones, mientras que los positivos tienen el efecto opuesto: “Cuando estamos de buen humor pensamos mejor: estamos abiertos a consideraciones que de otro modo no se nos ocurrirían; descubrimos conexiones sutiles entre fragmentos de información que pasaríamos por alto”, revelan investigaciones. Pensamos mejor cuando nos sentimos bien. Asegurarnos de estarlo, abocados a una decisión importante, por ejemplo, nos ayudará a estructurar la elección inteligente.

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