Hace unas tres semanas miraba por un canal de televisión el desarrollo de una protesta en el barrio Capotillo. Decía una mujer joven: “Capotillo ta encendío porque no hay luz”, como si fuera ésto un juego de palabras para contrastarlas con la realidad, decía ella desde su silla de ruedas.
En la República Dominicana el mayor número de protestas sociales son para exigir al Estado bienes y/o servicios básicos: energía eléctrica, arreglo de calles, calidad de la educación, medicinas y arreglo de los hospitales, salario para maestros/as, entre otros.
Ahora bien, ¿qué democracia podemos tener cuando el mayor número de dominicanos/as no disfruta de los servicios básicos mínimos? ¿Cómo podríamos llamarle a esta democracia dominicana que se asienta en estas carencias y a la vez en estas inequidades sociales?
Actualmente en el país existen dominicanos/as carentes de documentación, unos porque nunca han sido asentados en el Registro Civil Dominicano, y otros porque el Estado dominicano les ha despojado de su documentación por medio de la aplicación de la Resolución 12-07 de la Junta Central Electoral. ¿Cómo es esa democracia donde “ciudadanos” adultos, con capacidad para votar, no pueden hacerlo no porque hayan decidido no votar, sino porque el mismo Estado, garante de proteger los derechos ciudadanos, les está negando esa posibilidad? En su mayoría las personas afectadas son gente joven.
Para Hannah Arendt, el espacio privilegiado donde se ejerce la libertad se construye en la esfera política, donde hombres y mujeres actúan en conjunto. La acción que se requiere, ya no es la acción violenta como de las guerras independentistas que han dado origen a la mayoría de las democracias modernas, sino acciones colectivas de ciudadanía constructoras de paz y de un nuevo modo de ser libres. Así la democracia puede seguir estando encendida. l
