Ante el anuncio presidencial, a finales de 2011, de que “10,000 policías serían integrados al patrullaje durante las navidades”, opinantes escépticos preguntaron ¿Y dónde estaban? Es casi folklórica, en todos los gobiernos, la proclama de la incorporación a las calles de los numerosos policías que “no se sabe” dónde están sirviendo. La población los escucha descreída, pues nunca se ha ido más allá de la insinuación.
Debido a que muchos policías están al servicio de particulares; otros son separados a diario, cancelados o sometidos a la justicia; otros están involucrados en la delincuencia, las comunidades nacionales están desprotegidas. No hay suficientes agentes para patrullar y el país sufre las consecuencias de la criminalidad callejera. ¿Quién nos salva?
