En su misión de promover la convivencia armónica en sociedad, la Iglesia Católica ha hecho bien en llamar a una jornada de oración por la paz y el respeto a la voluntad ciudadana, a propósito de las elecciones del próximo domingo.
Desde la ciudad de Nueva York, donde me encuentro, se percibe claramente el panorama nacional y resulta evidente que el llamado es absolutamente pertinente y no puede verse como protocolar o rutinario.
Obedece a las tensiones y temores que se perciben en el ambiente electoral y que son alimentados por dimes y diretes, rumores y especulaciones. Todo esto tiende a generar incertidumbre, y de ahí la preocupación. Hombres y mujeres de buena voluntad deben integrarse a esta jornada.