Diez años después (VII)

Regresé al país después de estudios en Monterrey, México, el 17/04/1965, para incorporarme al plantel profesoral de UCMM,…

Regresé al país después de estudios en Monterrey, México, el 17/04/1965, para incorporarme al plantel profesoral de UCMM, lo que me llevó a residir a Santiago con mi familia. Compré un carrito Triumph y en éste salíamos los fines de semana hacia playas y montañas dominicanas, armados de una cámara y suficientes rollos como para no perder evento importante.

En ese andar por la ruralidad dominicana vivimos el acoso anti Bosch que en volantes impresos lanzaba el invasor desde helicópteros y otros vehículos, con amenazas al campesino que osare apoyar la revolución; vimos la apertura de una vía para conectar a Puerto Plata con Nagua, que utilizaban sus vehículos para patrullar la costa norte; tambiénleímos las amenazas de bombardeo si Juan Bosch resultare ganador en las elecciones.

Un día, el peso de un camión militar colapsó el puente de Matancitas y tuvimos que extender nuestra estadía hasta que los marines lo repararan.  Hubo gran aglomeración de curiosos, mientras los obsequiosos marines repartían chocolatines entre los lugareños y los viajeros varados.

Otro día, mientras tres hermanos con sus esposas alistábamos tiendas de campaña en La Ensenada de Maimón iluminados por lámparas de gasolina, una patrulla militar nos obligó a cambiar la posición de éstas para no alumbrar la mar.  Tenía instrucciones de evitar una posible invasión desde Cuba, que la iluminación facilitaría.

Pasaba el tiempo haciéndose evidente la maquinación para amañar el triunfo de Balaguer. Proclamado Presidente, solo los bobos, pensábamos que los gringos no podrían conseguirlo, pues hasta el cobarde presidente norteamericano, temeroso de las repercusiones de sus actos por no asumir rol de macho texano para matar en la funda al inexistente pollito de Fidel, solo respetó las formalidades de la OEA, sin esconder, como lo llama Julio César Valdez, el “tollo de Lyndon Johnson”.

Al día siguiente de la farsa electoral que por bobo esperaba fuera triunfo de Bosch, salí hacia Austin, Texas, a hacer estudios doctorales. Allí opté por el inglés como idioma nativo, que pasé con notas altas y no necesité estudiar inglés pero sí historia norteamericana.  Mi profesor de Ciencia Política me proveyó copias de documentos de nuesta guerra civil y la intervención gringa que regalé a un centro educativo.

Uno de tales documentos identificaba a Walter Rostow como el asesor que impartió la orden de ocupación. Cuando renunció a la posililidad de ser candidato, Johnson llevó a mi centro de estudios a Walter Rostow y éste se incorporó mediante una presentación a todo el staff.  Me negué a estrechar la mano del personaje que ordenó tal invasión.  Nada dijo.  Absolutamente nada.  Solo retrajo su mano. Continuará.

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