Discursos diferentes, acciones similares

Las convenciones para formalizar la selección de los candidatos presidenciales por el Partido Republicano y el Partido Demócrata en los…

Las convenciones para formalizar la selección de los candidatos presidenciales por el Partido Republicano y el Partido Demócrata en los Estados Unidos concluyeron la semana pasada. Aparentemente a Obama le fue mejor que a Romney.  Mientras la encuesta de preferencia nacional realizada por Gallup otorgaba 47% a Romney y 45% a Obama el pasado 20 de agosto, la cortada al 7 de septiembre, otorga a Obama 49% y a Romney 45%.

Todo apunta a una elección más cerrada que la que llevó a la Presidencia de EUA al primer presidente de color en la historia de ese país, cuando Obama venció a McCain. Además de ser más cerrada, en esta ocasión, se producirán debates más centrados en la concepción que tienen los candidatos presidenciales, vicepresidenciales y los partidos que representan sobre el papel del Estado en la economía y en la sociedad. En momentos en que Europa es sacudida por la quiebra del estado de bienestar en varios países de la Comunidad que durante décadas volcaron el gasto público hacia la asistencia social y hoy las enormes deudas soberanas muestran al mundo el costo de ese asistencialismo, en los EUA republicanos y demócratas presentan concepciones muy distintas en sus programas, discursos y spots sobre lo que debe ser el papel del Estado en la economía y la sociedad.

Los republicanos acusan a los demócratas de no haber recuperado la economía, de haber aumentado descomunalmente la deuda pública, de inflar los gastos sociales que se derivan de programas como el Medicare, Medicaid, Social Security, Mantenimiento de Ingreso, Seguro de Desempleo y otros. Los demócratas ripostan señalando que Romney, Ryan y su partido, con sus propuestas, algunas muy generales, lo que piensan hacer es volver a crear las condiciones que dieron lugar a la enorme crisis financiera del 2008, expandir los déficit fiscales con sus propuestas de bajar los impuestos a los que más ganan y subirlos a los que menos ingreso reciben, y adelantar la quiebra del Medicare al 2016.

El Estado norteamericano tiene de frente un serio problema. La mayoría de sus programas asistenciales son insostenibles y si no son reformados integralmente, más temprano que tarde caerán en la insolvencia. En un artículo publicado en The New York Times el pasado 31 de agosto, “Are Entitlements Corrupting Us? Yes, American Character Is at Stake”,  del cual hemos tomado algunos de los gráficos que acompañan a este artículo, Nicholas Eberstadt, del American Enterprise Institute, presenta la cruda verdad de cómo el Estado norteamericano se ha ido convirtiendo de manera acelerada en un proveedor gigantesco de asistencia social.  Mientras en 1961, las transferencias del gobierno norteamericano a la población acogida a los programas asistenciales fue de 0.024 trillones de dólares, en el 2011 alcanzó 2.24, cien veces más. Mientras en 1961 estos programas asistenciales representaron el 27.4% del  gasto total del gobierno, en el 2011 absorbieron el 64.8%. Mientras en 1983 un 30.5% de los norteamericanos vivía en hogares que estaban recibiendo beneficios gubernamentales a través de estos programas, en el 2011 prácticamente la mitad de los norteamericanos (48.3%) los estaba recibiendo.

Eberstadt sostiene que la mentalidad de “tomadores” o mendigos, si no se revierte, podría dejar una herencia insoportable para los hijos y nietos de la población que hoy vive del asistencialismo social en EUA. La asistencia social siempre fue pensada para ir en ayuda de aquellos que no podían valerse por sus propios medios; no hay forma de explicar que ese sea al caso de casi la mitad de los norteamericanos.

Lo lamentable es que republicanos y demócratas difieren, pero sólo en el discurso. En la práctica, los dos partidos han sido igualmente responsables en inflar el Estado de bienestar norteamericano.  Es más, como demuestra Eberstadt, los republicamos más todavía, pues en promedio, cuando el presidente ha sido republicano, el gasto en asistencia social crece un 8% más rápido que cuando ha sido demócrata.

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