Cada 7 de enero las autoridades judiciales realizan un ejercicio de reafirmación de sus deberes y sus compromisos con la sociedad. También rinden cuentas y exponen las limitaciones con que se desempeñan.
En sus palabras del pasado miércoles, el presidente de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), Mariano Germán Mejía, rechazó que la Justicia sea lenta. “382,950 expedientes resueltos, para un 93.1% de solución de los casos ingresados, por lo que, la afirmación según la cual la Justicia es lenta, es… una afirmación sin contenido… sólo fundamentada en una percepción tradicional de necesidades insatisfechas que nunca desaparecerán”.
Pero hay casos, especialmente en materia civil, que a las personas se les dificulta incluso introducirlos en la Justicia. Tiene que ver con las carencias de que precisamente se queja el magistrado Germán, las mismas que no les han permitido abrir juzgados de paz en cualquier cantidad de municipios de la República. O que no cuentan con un juez que no sea uno de esos que deciden por paquete, los llamados “interinos”. (“Yo no quisiera que hubiera jueces interinos…”, MGM, 6 de diciembre).
La existencia de esos “magistrados” es lo que retrata de la mejor manera el déficit de la Justicia, que puede llegar en determinadas latitudes, pero que en otras simplemente no existe. Los jueces que se forman en la escuela de judicatura no quieren ir a un pobre municipio. Ese es un drama.
La Justicia en los municipios pequeños no tiene dolientes. Como no funciona, es una vía de incubación de violencia. (“El Poder Judicial está llamado a proveer más y mejores servicios de justicia, pues sólo con una Justicia bien servida habrá paz”, MGM). Los vecinos, en los pequeños municipios de los departamentos judiciales desean que sea así.
La Justicia bien servida requiere recursos. Recursos que el liderazgo político no provee. No comprende que es la mejor manera de garantizar la paz. Ese fue uno de los ejes del discurso del presidente de la SCJ. Muy a su estilo, sin estridencias. No quiere ser piedra de choque. Y no por miedo ni falta de valor como proclama.
¿Cuándo tratarán el Poder Judicial con equidad?
