Enriquillo Sánchez: para uso oficial solamente

Para Harold Bloom “El Canon Occidental” debe tener como centro a Shakespeare. Para el gran crítico norteamericano es “… el más grande escritor que podremos llegar a conocer…” (El Canon Occidental, pág. 13). Y podría tener razón, más&#823

Para Harold Bloom “El Canon Occidental” debe tener como centro a Shakespeare. Para el gran crítico norteamericano es “… el más grande escritor que podremos llegar a conocer…” (El Canon Occidental, pág. 13). Y podría tener razón, más como el lector común lo hace por placer, podríamos no cambiar al bardo inglés por Manuel del Cabral o por García Lorca. Es decir, como decía Borges, el lector es “hedónico”, y puede que no le guste el autor de Hamlet. En América algunos entienden que nuestro “canon” tienen dos columnas principales: Borges y García Márquez. Y, si pensamos en nuestro país, eso no está claro alrededor de quien hacerlo: Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosch, Manuel del Cabral, Pedro Mir, todos tendrán sus objeciones, tanto técnicas como por recelo intelectual o hasta político.

Por eso me gusta la idea de que cada cual haga el “canon” que entienda, en lo que nos ponemos de acuerdo. Y, si reducimos esto a los que escriben en la prensa, aun con lo que esto implica en el plano temporal, por ser efímeros los escritos al diarismo destinado, en el mío hay muchos que hemos seguido con deleite y que no pueden faltar en nuestra lista y uno de ellos es Enriquillo Sánchez, (1947-2004).

Enriquillo era narrador y publicista, profesor e investigador universitario, además de poeta galardonado tanto en el país como en el extranjero.

Escribió una novela: “Musiquito, anales de un déspota y de un bolerista”, en la cual Porfirio Funes, “El Poblador”, “gobernó la república durante cuarenta y cuatro años…incesantes –olímpicos, devastadores-, marcados por la huella impar de la bonanza y de la gloria…” (pág. 9 y 10, edición: 1993). Y, sus artículos periodísticos fueron recogidos en varios tomos: “Palotes de ¡Ahora!”, contiene las notas que escribía a fines de los años 70 en este medio. “Devo(ra)ciones” (2005), contiene los escritos para su columna sabatina del mismo nombre para el periódico Hoy, entre otras colecciones.

“Para uso oficial solamente”, de su lado, era el título de su columna en el periódico “El Siglo”, dos veces por semana, y hasta tres, y contiene los trabajos de los años 1989 al 1991.

Este libro es un espectáculo, un deleite. Un derroche de cultura, de poesía de lecturas, con una mezcla de sazón, pasión y sonidos únicos. Es increíble la manera como en un mismo artículo y sin que suene a parcho mal pegado o a sincretismo falso, se unan y quede perfecto: Kierkegaard y el moro de guandules, Nietzsche y Boca Chica o Rimbuad y Rambo. Rimbaud, si Rimbaud “el más transparente e iluminado de los malditos”, al que Enriquillo amaba con pasión.

“Para uso oficial solamente” tiene unas 669 páginas, todo es ingenio, cultura profunda, conocimiento cabal de “lo dominicano” y una prosa ejemplar. Particularmente casi leo los artículos como si fueran poemas, acabo de repasarlos para este artículo. Siempre quedo extasiado. Definitivamente mi “canon” de “articulistas” empieza con este libro. ¿Y usted? 

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