Esclavitudes, batallas y libertades

INTRODUCCIÓNTranscribo mi homilía con motivo de la Batalla de Santiago, el 30 de marzo de 1844.  1. El cambio de fechasEn primer lugar, considero conveniente valorar positivamente…

INTRODUCCIÓN

Transcribo mi homilía con motivo de la Batalla de Santiago, el 30 de marzo de 1844.  

1. El cambio de fechas
En primer lugar, considero conveniente valorar positivamente el cambio de la celebración de la victoria de la Batalla de Santiago a este miércoles 3 abril, dado que el presente 2013 el 30 de marzo coincidía con el Sábado Santo.

El presidente de la República, Lic. Danilo Medina, acogió favorablemente dicho cambio a propuesta de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, en la persona del Lic. Juan Daniel Balcácer.

Vi en ese gesto algo bueno: un respeto inmenso por el alma,  a la vez religiosa y patriota de Santiago.  Por una parte guardamos el silencio sagrado, propio del Sábado Santo, y por otra no dejamos de celebrar esta efeméride patria, gloria nacional y regional.

2. Fiesta de la libertad
La celebración de la Batalla de Santiago es, indiscutiblemente, una fiesta de la libertad, liberación de una opresión extranjera.

Por eso hemos leído textos bíblicos  que se refieren a la libertad.  Recordemos las afirmaciones de Cristo en el Evangelio según San Lucas, capítulo cuarto: “El Espíritu del Señor me ha enviado para proclamar la liberación a los cautivos, para dar la libertad a los oprimidos”.

San Pablo, años más tarde, en la Carta a los Gálatas, capítulo quinto, proclama: “Para ser libres nos ha liberado Cristo”.

La libertad es, pues, a la luz de la fe: don de Dios, tarea y responsabilidad humana, acompañada siempre de la ayuda de Dios, que debe conservarse, defenderse y rescatarse, cuando se ha perdido.

Hoy, Santiago hace fiesta por la libertad rescatada.  Puede afirmar: Estas enseñanzas bíblicas sobre la libertad se han cumplido en Santiago y en el país con la Batalla del 30 de Marzo.

¡Qué bueno, Señor Presidente, que ha venido, unido a miembros del gobierno central, a celebrar con Santiago esta fiesta de la libertad!

¡Qué bueno que aceptó, con gusto y libremente, dar continuidad a la tradición de la presencia del Presidente de la República en Santiago, con motivo de esta victoria contra un dominio político extranjero!

¡Qué bueno que está en la primera fila de este tedeum de acción de gracias a Dios, caminará hoy con este su pueblo y presidirá un desfile militar!
Son muchas las veces que usted me ha dicho en encuentros que hemos sostenido: -Ore por mí, monseñor.

Sí, yo oro por usted, Presidente, en esta Catedral. Hoy, de manera particular, oro para que en su gestión tenga la fortaleza necesaria  para mantener la libertad política de esta República independiente de cualquier tipo de dominación extranjera, como puede ser modernamente la de una multinacional, que, en nombre de acuerdos, viole la soberanía y justos derechos de un país.

Oro, también, por todo el pueblo dominicano para que mantengamos en alto nuestra dignidad de nación libre y democrática. Oro para que a usted y a nosotros Dios nos conceda aquella misma valentía e ideales de los combatientes de la Batalla de Santiago.

Uno a mi oración esta exhortación de San Pablo también en su Carta a los Gálatas:  “Manténganse , pues, firmes y no se dejen oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud”.

3. Fiesta para meditar
Debo confesar que, en medio de una fiesta patria como esta, me es imposible evitar hacer  una pregunta parecida a la que me hizo un joven de bachillerato en un conversatorio sobre Duarte. Me dijo: Monseñor, usted ha hablado de la libertad que nos aportó el Padre de la Patria, pero  ¿nos quedan otras libertades por alcanzar? ¿Cuáles son?

Retomemos esta inquietud ante la Batalla del 30 de Marzo y digamos: ¿Nos quedan otras batallas que librar? ¿Ante cuáles esclavitudes?

Sin querer ser exhaustivo ni pretender dar una lista completa, considero que todos ustedes y yo estamos concordes en afirmar que en la actualidad hemos de librar, al menos, batallas contras estas siete realidades, que nos esclavizan o amenazan nuestras libertades:

3.1- Batalla contra la pobreza sociológica, porque el pobre social no goza de plena libertad. Precisamente la pobreza de los dominicanos del siglo XIX los hizo débiles y fue puerta abierta para la invasión haitiana.

3.2- Batalla contra la ignorancia, porque educar a alguien es romper, tal vez, la peor de las cadenas.

3.3- Batalla contra la violación impune de las leyes, una de las peores formas de libertinaje.

3.4- Batalla contra el narcotráfico, tal vez, la mayor invasión esclavizante moderna de los territorios nacionales.

3.5- Batalla contra el tráfico y difusión indiscriminada de armas, instrumento de muertes e inseguridad, haciendo que la criminalidad se torne tan temible como la ocupación haitiana u otra dictadura cualquiera.

3.6- Batalla contra la corrupción, porque los corruptos y corruptores se parecen a los dominicanos que, por intereses propios, apoyaron abiertamente a Boyer y su poder.

3.7- Batalla  contra la esclavitud de la mujer, manifestada en el aún reinante machismo familiar, el feminicidio y el triste tráfico de muchachas para el trabajo forzado y la explotación sexual comercial. Soy consciente, repito, de que éstas no son las únicas batallas a librar en la actualidad, ni todos somos esclavos de esas formas de opresión, pero, sin lugar a dudas, todos estamos amenazados  por ellas y pueden irse extendiendo, como una sombra que lo arrope todo y termine nublando las luces de nuestras libertades.

4. Signos de batallas y esperanza
Estas batallas las hemos de librar, ciertamente, todos los dominicanos: Estado, empresarios, es decir, (productores de riquezas, pequeños, medianos o grandes) y toda la sociedad civil.

Gracias a Dios, se ven, aquí y allá, signos de estar en pie de lucha. Imposible recogerlos todos aquí.  No son, ciertamente, signos de victoria total, pero lo son de esperanza. Destaquemos sucintamente algunos.

4.1- En la batalla contra la pobreza social notemos todos los programas que se llevan a cabo desde el gobierno central, los múltiples planes estratégicos de desarrollo de las provincias. Fundaciones diversas, la promoción de pequeñas y medianas empresas. Valoremos la construcción de viviendas.  Brindar una casa a un pobre es hacerlo feliz e iniciarlo en los  caminos de su libertad.

4.2-En la batalla contra la ignorancia: la aprobación del 4% del PBI para la educación, los programas de alfabetización, el deseo generalizado de mejorar la calidad educativa, los programas de crédito universitario y otras ofertas de capacitación.

4.3- En la batalla contra la violación impune de las leyes, citemos el caso de las tierras de Bahía de las Águilas, en el que se unieron el Presidente y la sociedad civil para darle una solución adecuada en el marco institucional de las leyes.

4.4- En la batalla contra la corrupción, tal vez la más dura de las batallas que estamos librando, valga la pena citar los casos, conocidos por todos, de funcionarios cancelados por el Presidente por intentos de corrupción o de aquellos que apoyaron su elección y luego vinieron a “buscar lo suyo”, como si hubieran hecho una inversión en un negocio, pretensiones que fueron rechazadas categóricamente por el presidente Medina.

4.5- En la batalla contra la difusión de armas y contra la inseguridad, otra de las más difíciles batallas a dar, agradezcamos los planes o búsquedas de soluciones.

4.6- En la batalla contra el narcotráfico, las continuas incautaciones de cientos de kilos de drogas y la detención de altos oficiales, implicados en dicho nefasto tráfico.  Es éste, ciertamente, uno de los mejores signos, ya que, como todos sabemos, ningún tráfico ilícito, de cualquier tipo que sea, puede prosperar sin la complicidad de autoridades políticas, policiales, militares, jueces, comunicadores sociales y profesionales.  Este grupo humano, investido de poderes públicos, es el más difícil de enfrentar.

Bendigamos, por otra parte, a todas las instituciones que, mientras dura esta batalla, generosamente laboran en el rescate de aquellos que han sido dañados por el narcotráfico y sirven de consuelo a tantas familias  golpeadas por este mal.

4.7- En la batalla contra la esclavitud de la mujer,  valoramos, sobre todo, las organizaciones y acciones de otras mujeres en favor de la liberación de sus hermanas. Repetimos: en estas batallas aún no podemos cantar victoria, pero hay señales de luchas contra esas formas de violación a las libertades. Podemos decir que en la Batalla de Santiago del 30 de Marzo el pueblo dominicano aseguró su independencia, pero que la batalla aún no se ha cerrado, porque Santiago, con su Presidente a la cabeza, debe seguir dando otras batallas para que el pueblo dominicano alcance las libertades que le faltan.

5. Batallemos y trabajemos
Batallemos, pues, y “trabajemos, como decía Duarte, por y para la Patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos”.

El profesor Juan Bosch afirmaba que todavía los dominicanos no hemos valorado suficientemente lo más importante en Duarte:  Su fe en el país.

En esta fiesta de la libertad reavivemos también nosotros la fe de Duarte y de aquellos héroes de la Batalla de Santiago, que creyeron que con aquellos limitados recursos y con la ayuda de Dios podían salir victoriosos. Creamos, confiemos en que podemos ganar las batallas actuales, a pesar de todos los obstáculos.

A la fe unamos la esperanza y el amor desinteresado por la patria.
Por usted, presidente Medina, como usted me pidió y le prometí, seguiré orando y en sus sueños de “dar continuidad, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se ha hecho”, haré con usted y por usted la oración del Rey Salomón en su sueño:  “Concede a tu siervo un corazón sabio para gobernar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal”.

Y que el Señor le responda:  “Por haber pedido esto y no una vida larga o riquezas para ti ni tampoco la vida de tus enemigos, sino inteligencia para gobernar, obraré según tu palabra: te concedo un corazón sabio e inteligente. Te concedo también aquello que no has pedido, riqueza y gloria…”.

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