Los residentes en el sector La Raqueta, en la parte alta Barahona, están indignados porque a nueve años de ser construida la escuela básica inicial del mismo nombre, todavía no ha sido dotada de los servicios de agua potable, energía eléctrica, ni atendidos sus reclamos de construcción de algunas obras para beneficio de los alumnos.
El centro educativo de dos módulos consta de cuatro aulas pero los comunitarios en su lucha exigen la construcción de otras dos para dar cupo a los niños que están fuera de docencia por falta de espacio. Además, una cocina, una cancha deportiva y la pavimentación de las calles que bordean la escuela.
Durante las clases el pasado año muchos de los casi 330 niños que reciben docencia en las tandas matutina y vespertina, presentaron problemas estomacales lo que la comunidad atribuyó al mal estado del agua que consumen, la cual es llevada al centro escolar por camiones tanques del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (Inapa) que es depositada en tinacos.
Dicen que el agua puede llevarse con facilidad a la escuela desde el tubo matriz del acueducto local, ubicado en el barrio Palmarito, contiguo al sector La Raqueta, pero que para esto, las autoridades de Inapa ni de Educación han mostrado voluntad política.
“Desde que fue terminada la escuela iniciamos una lucha en demanda de que Inapa y Edesur dotaran a la escuela los servicios de agua y energía eléctrica, demanda a la que tres años después agregamos la construcción de dos aulas, una cocina, una cancha y pavimentación de las calles que rodean el centro escolar, de lo que sólo hemos recibido promesas que nunca son cumplidas”, dijo la señora Flavia López.
En cada año escolar los comunitarios paralizan la docencia constantemente utilizando su método favorito de lucha que consiste en cerrar con cadenas y candados la puerta principal de la escuela para que nadie penetre a su interior.
“Esto lo hemos hecho muchas veces y luego echamos para atrás cuando al lugar se presentan autoridades de las instituciones a las que hacemos nuestros reclamos, quienes nos prometen que todo será resuelto en breve plazo, pero nunca se hace nada”, comentó Luis Manuel de la Rosa.
Otros lugareños coincidieron en que cuando vuelvan a interrumpir la docencia solo permitirán su reanudación cuando se inicien las obras que demandan, porque ya están cansados y no aceptarán más promesas.
Los munícipes en sus reclamos nunca queman neumáticos en las calles, ni obstaculizan el tránsito vehicular, solo se limitan a condenar con cadenas y candados la puerta principal del centro de Educación Básica Inicial.
“Pero en una próxima protesta nos lanzaremos a las calles a exigir los servicios y obras antes indicadas, porque en este país pacíficamente no se logra absolutamente nada si no es con violencia. Para lograr reivindicaciones hay que realizar actos violentos, cosa que hemos aprendido de los gobiernos del turno”, comentó un comunitario que pidió reserva de su nombre.