El próximo domingo es la esperada reunión del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en la que presuntamente se decidirá sobre la posible reelección del presidente Danilo Medina. Y aunque en principio es un tema interno, lo cierto es que especialmente por la incertidumbre que hay, a apenas un año de las elecciones, se ha convertido en prioridad nacional.
Por tales motivos, me gustaría expresar algunas reflexiones.
Leonel Fernández, en las encuestas en las que sale mejor, aparece con un 40 por ciento, que es 20 puntos menos que los que tenía en ese mismo periodo en el 2011 Hipólito Mejía, quien tenía un 60 y un año después perdió las elecciones.
También en todas las encuestas se plantea que ante una candidatura de Danilo Medina no habría segunda vuelta, pero sin dudas la segunda vuelta es inevitable en una candidatura de Leonel Fernández, corriendo éste el riesgo de sucumbir ante una oposición unificada y alimentada por el voto de rechazo de sectores no partidistas que repudian su entorno y a cuyo repudio se le ha puesto un sello de renovado con el famoso “no ha lugar” y la falta de respuestas ante las acusaciones de Quirino.
Por otro lado, la popularidad del presidente Medina no tiene precedentes en la historia política dominicana y es fenómeno de estudio en la política internacional, puesto que aún en los mejores gobiernos, luego de 3 años en el ejercicio del poder, lo natural es una baja en los números debido a un proceso normal de desgaste y con Medina ha ocurrido todo lo contrario.
Y aunque hay quienes quieren comparar el escenario actual con el planteado para Leonel Fernández de caras a las elecciones del 2012 cuando algunos grupos le pedían que buscase la reelección, es necesario recordar que él ya tenía 3 periodos gobernados, 2 de ellos consecutivos, por lo que no se puede tratar con igualdad situaciones desiguales.
Ha sorprendido ver cómo una parte del PLD, partido que se ha manejado siempre de forma más calculadora y menos visceral que los demás, se ha dejado obnubilar por el fanatismo, se niega a ver los errores de otros para aprender en cabeza ajena y pretende trillar el mismo camino conducente al fracaso como hizo el PRD en 2011, que teniendo una figura considerada por todos como “el próximo presidente” tuvo gente que incurrió en prácticas cuestionables para imponer en la boleta al candidato que perdía, como de hecho perdió.
