En los últimos meses varios libros han centralizado el debate en Washington sobre el futuro de Estados Unidos como potencia geopolítica y económica. Renombrados autores como Zbigniew Brzezisnki, exdirector del Consejo de Seguridad del presidente Carter, publicó Strategic Vision. Robert Kagan, del Carnegie Endowment, famoso por su libro Of Paradaise and Power, escribió The World America Made, así como Thomas Friedman y Michael Mandelbum, con un más pesimista This Used to be US, o la actualizada edición de The Post American World, del renombrado analista del Washington Post y de CNN Fareed Zakaria.

¿Está Estados Unidos en declive? Para Kagan, América no está perdiendo su rol de supremacía absoluto, más bien porque nunca lo tuvo. Kagan es uno de los líderes del poderoso movimiento neo-conservador, tan influyente en la presidencia de George W. Bush, y actualmente asesor de Mitt Romney. El presidente Obama ha confirmado que este libro ha inspirado su último discurso de Estado de la Unión, y esto le dio más difusión a sus ideas. El argumento de Kagan se resume en su afirmación “Estados Unidos ya no puede conseguir lo que quiere en todo momento, pero realmente nunca pudo”.

Algunos autores hablan del declive americano, como Fareed Zakarai, que sostiene que otros países del mundo están creciendo, y en términos relativos Estados Unidos está perdiendo espacio político o económico, o Mandelbum y Friedman, que en su último trabajo nostálgicamente describen un Estados Unidos innovador, visionario, enfocado en el desarrollo, que ya para ellos no existe.

Para Kagan, estos analistas comparan la situación actual con un Estados Unidos que nunca fue así. Muchas más limitaciones a su poder tenía durante la Guerra Fría, con otra potencia, la Unión Soviética, que dominaba la mitad del planeta, o luego con la derrota en Vietnam, o las crisis económicas de finales de los ‘70 u ‘80.

Brezinski se enfoca más bien en las consecuencias para el orden global de que Estados Unidos pierda su anterior injerencia. El país es el principal proveedor de bienes comunes globales, como la seguridad, la navegación en los mares, el ciberespacio, y la preservación del medio ambiente. Para este autor, América es proveedor de estabilidad en varias regiones del mundo, principalmente Medio Oriente y Asia, donde se contrapone con China, Rusia y Pakistán, frenando su expansión sobre otros países.

Sin embargo, todos los autores coinciden, y las estadísticas parecen mostrarlo, que la crisis fiscal es crecientemente preocupante, que el sistema político en Washington está estancado en las mismas decisiones, y falta liderazgo para hacer las reformas de fondo; que el sistema educativo, primario y secundario, ha perdido competitividad mundial, que la movilidad social tan presente en todo el país se ha estancado, y que grandes empresas e inversores están moviendo sus operaciones a otros destinos.

Este debate tan intenso en las universidades y think tanks, poco parece permear a la clase política. Los candidatos republicanos hablan más bien de Estados Unidos todavía como una potencia mundial sin oposición, y más bien arengando sobre la importancia de aumentar el gasto en defensa, ser más críticos contra Irán, Rusia y Siria, y enfatizando la unipolaridad de Estados Unidos. Tal vez la doctrina Obama de liderar desde atrás, como lo han definido algunos de sus colaboradores, está más en sintonía con la situación actual.

Aunque una visión más positiva, mostraría que Estados Unidos, con sus sólidas instituciones, su sistema universitario de primera clase, y la capacidad de adaptarse, siempre ha logrado superponerse a las crisis y salir favorecido. Veremos si en el siglo XXI se mantiene esa historia.

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