FRANCFORT. Con la concertación de un acuerdo para reducir la deuda a Grecia y apuntalar las finanzas tambaleantes de otros estados del bloque, la eurozona logró ayer un respiro mientras busca soluciones más duraderas a su crisis.
La duración del tiempo ganado que concedan los mercados a la región dependerá en parte de la velocidad y habilidad de los gobiernos para cumplir las complejidades financieras del plan que esbozaron, que incluye un canje de deuda y aseguramiento de bonos.
A la par de estas medidas, los países con economías deprimidas, Italia en particular, deberán mostrar que su ambiente de negocios mejorará y que tendrá crecimiento, aspectos que son cruciales para tener capacidad de reembolso de las deudas a largo plazo.
Por todo esto, la crisis por la deuda dista de haber llegado a su fin. Los 17 gobiernos de la eurozona tienen ahora la oportunidad de concretar una solución sin temor a que un solo paso en falso dé al traste con la unión monetaria. Sin embargo, ese respiro podría ser breve si vuelven a incurrir en indecisión y dilación, aspectos que habían caracterizado su reacción ante la crisis que estalló hace dos años y seis días, el 21 de octubre de 2009.
En esta fecha, Grecia reconoció ante la agencia de estadísticas de la Unión Europea que las finanzas del país estaban en peor condición que lo informado antes. Desde entonces, más de una decena de prolongadas cumbres y declaraciones elaboradas minuciosamente no habían sosegado a los mercados, los cuales temen a una cesación de pagos por parte de Grecia y que esta posible acción arrastre hacia un foso al sistema bancario y la economía en general. La crisis también alcanzó a Irlanda y Portugal, que como Grecia, se vieron obligadas a recibir un rescate financiero porque ya les era imposible conseguir recursos a tasas asequibles.
Detalles de lo acordado
La parte más difícil del plan era persuadir a los bancos de que asumieran una pérdida de 50% en sus bonos griegos bajar la deuda del país a un nivel que haga viable los reembolsos. Después se acordó solicitar a los bancos que suban sus capitales en 106,000 millones de dólares para junio, a fin de protegerse de las pérdidas por cancelación de deuda.
