La sociógrafa Naya Despradel, gerente de operaciones de la central de datos OGM-Multimedios del Caribe, ha puesto en circulación el libro “Pilar y Jean.
Investigación de dos muertes en la Era de Trujillo”, que homenajea la verdad, lo real, auténtico o exacto, levantando el atrio de la sinceridad, la razón, la justicia y la rectitud. Documentos y testimonios de los doctores Alfonso Simpson y Jordi Brossa y de Lorenzo Sención Silverio evidencian que el segundo teniente Jean Awad Canaán murió en 1960 en un accidente automovilístico y su esposa Pilar Báez por una hemorragia masiva, durante una cesárea.
Obliga así a los historiadores a corregir el sonado señalamiento de que ambos fueron asesinados por disposición del esposo de Angelita Trujillo Martínez, el director del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas, coronel del Ejército Luis José León Estévez, por un supuesto enamoramiento de éste.
Naya Despradel pertenece a una familia antitrujillista. Basta señalar que es sobrina de Olga Despradel, viuda de Pedro Livio Cedeño, uno de los héroes del 30 de Mayo. Su investigación jamás tiene el propósito de quitar a la tiranía de Rafael Leónidas Trujillo el cúmulo de crímenes cometidos durante 30 años. Su objetivo es la búsqueda de la verdad, que decora como un principio ético, que solidifica la vida. A los ciudadanos les confiere el derecho de conocer la verdad, y a los periodistas e investigadores exponer los sucesos de interés público con imparcialidad, aunque en un principio sean impopulares y los crucifiquen.
Cuando existen nebulosas sobre acontecimientos y figuras emblemáticas, a investigadores les asiste la prerrogativa de plantear hipótesis, para que las autoridades desarrollen investigaciones, y se descubra todo cuanto ha ocurrido.
Para no manipular hechos del presente y falsear la historia, conviene argumentar y escuchar, porque en este mundo tan complejo nada es descartable, ni nadie es portador de la verdad absoluta. El servicio de la verdad constituye la piedra angular, la misión fundamental, el más alto ideal y la meta suprema del periodista y miembros de las empresas periodísticas, que deberán repetir al predicador de Galilea, Jesús el Salvador: la verdad nos hará libres.
