Fernández fue a Gualey a oír y a que lo oigan

El presidente Leonel Fernández pareció despojarse de esa aureola que hace ver a los mandatarios lejanos de su gente, y con la sencillez de un hombre sin corbata bajó la tarde de ayer al populoso y conflictivo barrio de Gualey, a un diálogo cara a cara

El presidente Leonel Fernández pareció despojarse de esa aureola que hace ver a los mandatarios lejanos de su gente, y con la sencillez de un hombre sin corbata bajó la tarde de ayer al populoso y conflictivo barrio de Gualey, a un diálogo cara a cara con sus vecinos y los de otros 18 sectores que componen la Circunscripción 3 del Distrito Nacional.

Leonel fue a Gualey a oír y a que lo oigan. Y lo que oyó no fue precisamente piropos. Uno, dos, tres, cuatro  representantes barriales cuidadosamente escogidos por las autoridades del programa Barrio Seguro, casi por cortesía con el distinguido visitante, coincidieron en reconocer algunos logros, pero fueron crudos en señalar que hace falta más trabajo, más escuelas y desagües, y le echaron en cara que sus funcionarios no se dejan ver y que la Policía y la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) violan con brutalidad los derechos humanos de la gente.

Ante cada andanada, el presidente Fernández dejaba escapar tímidas sonrisas.

Los funcionarios aludidos, medio agachaban la cabeza, sin ser notados, pues en su mayoría acudieron al “Diálogo con el Presidente” vestidos de paisanos, a nivel de guayaberas y pantalones de cortes sastre.

Entonces rugió el león.  Cuando Leonel fue anunciado, unos 500 delegados de los 19 barrios presentes que aguardaban desde temprano bajo una carpa de 12 metros de ancho por 18 de largo, se levantaron de sus sillas blancas plásticas y dejaron oír el grito de guerra: “ruge, ruge, el león, ruge, ruge…”, creando por momentos la sensación de que el mandatario iniciaba en Gualey la campaña por su tercera reelección, pues los slogans, fotos y el nombre mismo de Danilo Medina, candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), estuvieron ausentes.

A pasos firmes, el presidente Fernández avanzó al podio. No pudo esconder la alegría de sentirse ovacionado y tras el clásico ritual del saludo mano arriba dijo: “Aquí está La Ciénaga”, a lo que fue respondido con algarabía ¡Wey!  Y luego siguió: ¡Aquí está Gualey!: ¡Wey!; ¡Aquí está Villa Juana!: (murmullo casi inaudible) ¡Me están haciendo quedar mal Villa Juana!: ¡WEEYYY!

Entonces, el jefe de Estado   sintetizó  los grandes esfuerzos del Gobierno para llevarle progreso. Y se comprometió a estudiar cada demanda, “face to face” con los funcionarios responsables, para que no vuelvan a caer en el olvido.

“De ahora en adelante me verán más por estos barrios, me verán más a menudo junto a ustedes”, casi que  juró.

Prolongados aplausos y slogans ¡ruge, ruge! acompañaron el final del breve discurso, y lo acompañaron en la caminata que hizo el presidente Fernández sobre la calle Barney Morgan hasta el Club Oscar Santana, donde entregó útiles deportivos y repartió simpatías y abrazos.

Despuntando las 7:00 de la noche, el gobernante dejó un Gualey que miraba como de repente desmantelaban la enorme carpa metálica y  un puñado de compañeritos corifeos se marchaban calle abajo viviendo la breve felicidad del sueño prometido.

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