Desde tempranas horas de la mañana del pasado sábado comenzó a circular el rumor de que Miguel Vargas e Hipólito Mejía se habían reunido el día anterior, pero algunas versiones venían más completas, o más bien, infladas. Se decía que se cocinaba un acuerdo “unitario” entre ambos dirigentes y que los puntos no solo girarían en torno a la convención, sino a la boleta presidencial del 2016.
El dato es especulativo, pero no sale de la nada. Son propuestas que se han barajado entre allegados de ambos dirigentes, aunque no necesariamente fueron discutidas por ellos en ese encuentro. Los ingredientes del combo son los siguientes: Amnistía para los sancionados y convención en el 2014 en la que Vargas no aspiraría a la presidencia. En vez de eso, sería el candidato presidencial en el 2016, mientras que Mejía estará representado en la candidatura vicepresidencial. Es ahí donde surge, otra vez, el nombre de Carolina Mejía, la hija del exmandatario.
La heredera
La posibilidad de que Carolina Mejía aparezca en la oferta electoral del 2016 comenzó a mencionarse pocos días después de las elecciones pasadas, aunque en ese momento se le ubicaba como compañera de boleta de Luis Abinader. Ya se advertían las intenciones de los hipolitistas de lanzar al ruedo político a la dama, como una especie de heredera de su padre.
Dificultades
Esta fórmula, cuyos promotores la venden por lo bajo como “unitaria” tiene sus bemoles. Se trata de una propuesta que podría solucionar una división y provocar otra. Muchos de los dirigentes que tienen legítimas aspiraciones a la candidatura presidencial y a los puestos directivos no estarían dispuestos a ser sacrificados en aras de un “acuerdo de aposento”, como muchos le han llamado al pacto, desde antes de que se dé, o se comience a discutir.
