Este último mes ha sido un corre corre sobre patines. Eso de trabajar y estudiar -sobre todo cuando se trata de la UASD- es un binomio complicado de resolver. Ir tras los sueños, en ocasiones, se vuelve amargo pero da grandes satisfacciones. Por eso me he mantenido en el camino, asumiendo la valentía de ponerme en pie cada vez que sea necesario o de pedir ayuda cuando sienta que se me acaban las fuerzas. Si, así signifique salir a gritar para que me escuchen.
Así lo ha hecho la Coalición por una Educación Digna. Sin dejarse amedrentar por el poder, se han lanzado a las calles a exigir que se cumpla la ley. Conciertos, caminatas, esquinazos, han sido su forma de protesta, empuñando una sombrilla amarilla como arma de lucha por una causa vital para el desarrollo de nuestro país. Justo hoy, jueves 6 de octubre de 2011, hay una indignación colectiva por la aprobación “en bola de humo” del Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos del 2012, que sin llevarse a una comisión revisora, no incluyó el 4% del PIB para la educación básica.
Hay una indignación colectiva que se moviliza en las redes sociales, con el hastag #senadoverguenzanacional, ante la declaración urgente del proyecto. Incluso, mientras escribo estas líneas, se promueve una movilización hacia la Cámara de Diputados, donde se conocerá el Presupuesto.
La Coalición por una Educación Digna lleva la bandera en este reclamo ante la violación de la Ley General de Educación 64-97. Pero pueblo dominicano se ha empoderado de esta causa, que ha demostrado ser más que una moda o una excusa para figurear en los medios de comunicación.
En estos momentos estoy aquí sentada sin la oportunidad de movilizarme, como tampoco pude unirme el pasado domingo 3 de octubre a la Caminata Nacional de Educación. Pero desde esta redacción, algo fría, apoyo a todos los que han decidido gritar a viva voz que nuestro pueblo tiene sed de una educación digna que no discrimine clases sociales. La lucha continúa.
