Gasto social

La propaganda política ha logrado convencer a la gente de que el gasto público no se puede recortar porque se destina, sobretodo, a educación y salud. Y todo se justifica en su nombre.Sin embargo, y sin importar cuan alto sea el presupuesto…

La propaganda política ha logrado convencer a la gente de que el gasto público no se puede recortar porque se destina, sobretodo, a educación y salud. Y todo se justifica en su nombre.

Sin embargo, y sin importar cuan alto sea el presupuesto que se le asigne al sector público, el sector privado termina educando y sanando mejor a la gente. Los españoles, por ejemplo, dedican el 5 por ciento del PIB a educación, pero entre sus universidades públicas (que suman una deuda de 1,400 millones de euros) no hay una sola que se destaque. Sus escuelas privadas de negocios, en cambio, están entre las más valoradas del mundo.

Al no tener dolientes directos, el sector público suele ser, además, un gran desperdiciador. Estudios de la OMS alertan que entre el 20 y el 40 pc del gasto en salud se pierde en Europa por ineficiencia . En vez de hacer hincapié en la prevención, se construyen demasiados hospitales y se abusa del uso de pruebas médicas.

También se despilfarra en educación, cuando se confunde “enseñanza útil” (esa que crea líderes e innovadores dispuestos a comerse el mundo) con construcción de planteles escolares, emisión de títulos inservibles (pero eso sí, “soy licenciado”) y campus espectaculares en poblados perdidos.

Todo esto es extremadamente caro. Porque hay que endeudarse para mantener operando a un montón de instituciones. Y por los millones de jóvenes que han perdido su tiempo aprendiendo algo que el mercado laboral no necesita.

Recortar y eficientizar este tipo de gasto es muy difícil. Habría que encontrar el discurso para que una gran cantidad de ciudadanos dejase de creer en la fantasía de un Estado proveedor. Se tendría además que desmantelar un ejército de funcionarios que viven a costa de la maquinaria asistencialista.

Frédéric Bastiat lo advertía: “todo el mundo quiere vivir a expensas del Estado. Se olvidan que el Estado quiere vivir a expensas de todo el mundo”. Un día, a fuerza de aprobar cualquier gasto porque “es social”, el sistema colapsará. Entonces no habrá dinero ni para lo social, ni para nada más.

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