Uno se deleita con las ocurrencias del otro desde temprano en la mañana. Luego, trabajan en la mayoría de rutinas de entrenamiento como si fuesen uña y dedo. Su agenda común incluye consejos, entretenimiento, visitas y obligación de ver varias entradas de cada juego sin importar que tenga la tarde libre.
¿Cómo se llama la obra? José Reyes y Hanley Ramírez, los compadres de Miami. “Hanley es mi hermano, mi hermano. No de ahora desde el Clásico Mundial”, dice José a elCaribe. “Nos llevamos bien, de maravilla y en verdad que nunca hemos tenido problemas”.
“El compadre José es el que le alegra el día a todo el mundo en el camerino. Ese es mi compadre y una persona de la que me siento orgulloso de tener como compañero”, apunta Hanley.
Ramírez fue trasladado desde las paradas cortas, posición en la que alcanzó el honor de varios Juegos de Estrellas, hacia la tercera base debido al arribo de Reyes, también un Todos Estrellas, y su pacto por seis temporadas y 106 millones de dólares con los Marlins.
Siempre estuvo en el tapete cuál sería la reacción de Hanley, un jugador de 28 años que en ocasiones ha tenido diferencias con sus jefes.
“Primero, nunca me referí al tema (de cambio de posición)”, responde Ramírez sin titubeos y con una mirada firme.
“Y segundo, nada en contra de José. Yo aprendo de él y si tengo algo que decirle pues se lo dejo saber”, comenta.
El dirigente Ozzie Guillén, fiel a su estilo de hablar de cara al sol, confió a elCaribe algo que le dijo a Hanley. “Vas a jugar tercera te guste o no”, dice. “Así que mejor que te guste y si tienes algo que decir, pues este es el momento. Y ahí está Hanley fajado aprendiendo su base. Lo veo decidido a ser el mejor tercera base”.
Visitas y algo más
El vestidor de los Marlins en el Roger Dean Stadium presenta una prueba inequívoca de lo bien que marchan las cosas entre Reyes y Ramírez: sus casilleros están uno al lado del otro.
“Y en el nuevo estadio también estaremos juntos. Somos hermanos y Dios mediante seguiremos así”, dice Hanley.
Ambos, hablando por separado, dijeron a elCaribe que en su tiempo libre organizan visitas a sus respectivas casas para escuchar música y competir en videojuegos, entre otras actividades de ocio. “Nosotros cantamos, bailamos, una chercha completa. El va a mi casa, yo a la suya. De verdad que no sé de dónde salen ciertas cosas”, indica Reyes.
El día de la entrevista, Reyes tenía la tarde para descansar, pero de todas formas tenía que ver parte del juego contra los Bravos de Atlanta.
“Es que el compadre me vio par de entradas hace dos días y ahora me dijo que cuidado si me iba. Es una forma de uno ayudar al otro”, dice José.
“Nuestra meta es ser cada uno el mejor pelotero del mundo y entonces hay que pujar juntos. Somos compañeros y queremos dar lo mejor al equipo en cada momento”, expone Reyes.
Uno que se goza las ocurrencias de la pareja es Emilio Bonifacio, quien a su vez es un estudiante a tiempo completo.
“Son dos caballos y a la vez tremendas personas”, dice Bonifacio.
“Aquí pensamos en ganar . Podemos hacer muchas cosas buenas para los Marlins”, dice Hanley sobre su “compa”.
Gozando con las cosas de Guillén
Los Marlins son un conjunto diferente a la mayoría. Poseen lo que se puede considerar como verdaderos personajes, integrantes disímiles al resto del universo en las Mayores.
Reyes, por ejemplo, dice que ha gozado un mundo con lo jocoso que es Guillén. “Ozzie tiene una energía que supera la de cualquiera. Es un dirigente exigente, pero a la vez comparte con uno, diferente a los demás. Hay veces que se mete en las prácticas y si fallo en algo, me dice que esa jugada la hace él con ojos cerrados así retirado como está”, expone el paracorto.
“Uno le dice sus cosas. Porque este juego es de mucha presión y hay que estar relajado”, opina el mánager. “Ozzie te dice las cosas y también te pone a reír en cualquier momento. El ambiente del equipo va mejor de lo que pensaba. Aquí se juega y se goza”, añade Hanley.
