No hay causa perdida

Hace algún tiempo que leí un libro escrito por el expresidente Uribe que tituló precisamente “No hay causa perdida”. Siempre he creído en ese concepto, incluso siempre he ido un poco más allá cuándo afirmo que toda causa tiene una razón,&#8230

Hace algún tiempo que leí un libro escrito por el expresidente Uribe que tituló precisamente “No hay causa perdida”. Siempre he creído en ese concepto, incluso siempre he ido un poco más allá cuándo afirmo que toda causa tiene una razón, más aun cuando esa razón es para aportar, para hacer los cambios que como el expresidente colombiano se propuso y logró hacer de su país una nación más segura y más respetada.

Siempre he admirado a Colombia, como ha podido sobreponerse al narcotráfico, su poder de comprar almas, asesinar sin reparos, la forma valiente como sus ciudadanos han ofrendado sus vidas en busca de encontrar soluciones mejores. No les ha importado el poder de la guerrilla, les han asesinado ministros, jueces, candidatos,  fiscales, militares, policías, civiles, niños, y no han podido doblegar la determinación de salir de una de las tragedias que carcome nuestra sociedad moderna: el narcotráfico.

El propio expresidente Uribe fue víctima de esta tragedia cuando muy joven perdió a su padre en medio de la ola de asaltos y crímenes que se daban en ese gran país sudamericano.

Siempre hago una pregunta a las personas que colaboran conmigo y es cómo podemos ser diferentes de los demás. Qué hacemos para que nuestros clientes   prefieran nuestros productos, cómo logramos su fidelidad, cómo contribuimos al crecimiento de la sociedad, pero en especial al núcleo más importante: nuestra familia.

Muchos entienden que es necesario tener una agenda, yo pienso que hay que tener visión. Agenda puede tener cualquiera. Una agenda para el chantaje, una agenda para escribir como medio de soborno, una agenda donde un micrófono se usa de forma tal que el propio micrófono se avergüenza de lo que oye. También una agenda para utilizar gente débil para propiciar el mal, el crimen, el robo, la mentira.

Sin embargo, una visión es un reto, el visionario es muchas veces criticado y poco entendido. No es hasta que realiza esa visión que muchos llegan a respetarlo y entender que había sido capaz de ir más lejos que la mayoría en crear soluciones, en crear cambios que mejoraron la salud, la educación, la ciencia, el transporte, en fin,  es esa visión la que logra impulsar los cambios que han hecho de nuestra sociedad lo que es hoy.

¿Podíamos preguntarnos es la pobreza una causa perdida? Yo diría que no, que tiene solución, que solo falta la visión y la acción de soñadores que sean capaces de poner el talento al servicio de los demás. Hemos sido testigos no en economías desarrolladas, sino en nuestro propio país de cómo la visión de algunos ha sido capaz de hacer grandes cambios.

Pero yo pienso que desperdiciaría este espacio si no hago algunas citas de este libro escrito por un hombre de visión.

Son citas que perfectamente podemos aplicar a nuestra sociedad y que bien podrían servir para demostrar que no hay causas perdidas.

“Creo en Dios y confió en los designios. Creo que una persona rodeada de la gente adecuada y guiada por los valores correctos puede hacer un giro en el destino de un país”.

“La anarquía y la violencia desestimulan la inversión pública y privada, lo que a su vez repercute en la imposibilidad de los gobiernos de ampliar la cobertura de servicios básicos (entre ellos infraestructura y educación) y así mejorar el nivel de vida de la población”.

“Cuando asumí como gobernador, las finanzas de Antioquia eran muy precarias. Esto nos obligó a buscar soluciones que no demandaban grandes cantidades de dinero. Encontramos algunas: ampliamos un programa de escuelas musicales para crear orquestas juveniles, en todos los municipios de Antioquia, confiados en que un niño que toca un instrumento musical nunca empuñará un arma de fuego. Sabíamos de la escasez crónica de espacios en nuestras escuelas, entonces decidimos implementar un programa para que el Estado pagara a la iglesia Católica y otros operadores privados sin ánimo de lucro la apertura de nuevos cupos escolares”.
“Creamos bancos cooperativos para aumentar las fuentes de micro-préstamos y otras fuentes de crédito para personas de bajos ingresos”.
“No creo que la desigualdad sea la causa directa de la violencia, muchos países tienen una mayor pobreza y desigualdad que Colombia, pero presentan menores niveles de violencia que Colombia”. “La violencia se ha convertido en la forma fácil para muchas personas, en todos los niveles sociales, de resolver sus problemas.”
“Con frecuencia ven a Colombia como un lugar en el que pueden realizar sus fantasías más profundas sin que ellos, ni nadie sufran las consecuencias”.
Podría pasarme citando innumerables párrafos que pueden perfectamente describir nuestra sociedad. El espacio me lo limita, pero el mensaje es claro, si un país azotado como lo fue Colombia pudo encontrar el camino de resolver sus problemas de educación, seguridad, empleo, nosotros que hemos tenido la suerte de no padecer la crisis que ellos han sufrido, con mucha más razón podemos aplicar el título del libro de Álvaro Uribe “No hay causa perdida”.
La perdición de una sociedad la da el desgano, la avaricia, la mentira, el engaño, la injusticia, el chantaje, la corrupción pública y privada. Es la falta de visión de  que podemos tomar en nuestras manos el destino para mejorar, que podemos convertir los desafíos en oportunidades y los sueños en realidad. l

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