¿Cuál negocio?

Los pequeños y medianos productores de bienes diversos, tanto alimenticios, como de otros renglones de fabricación nacional, tienen en los supermercados y tiendas por departamentos a sus principales clientes, pues les suplen sus productos para la venta

Los pequeños y medianos productores de bienes diversos, tanto alimenticios, como de otros renglones de fabricación nacional, tienen en los supermercados y tiendas por departamentos a sus principales clientes, pues les suplen sus productos para la venta al detalle.

Pero ese proceso de comercialización, que en términos ideales es una fuente de dinamismo de la economía, en ocasiones se convierte en un problema financiero que ha provocado la quiebra de más de una pequeña o mediana empresa.

Se trata de lo siguiente: los supermercados son empresas comerciales de buena rentabilidad, porque compran a crédito y venden al contado. Es decir, no fian, venden productos a clientes que les pagan ahí mismito, ya sea en efectivo o con tarjetas de crédito o débito, pero para los fines es lo mismo.

Como compran a crédito, tiene un margen para pagar que les permite un rejuego con el efectivo disponible, les puede ofrecer rentabilidad adicional a los márgenes de ganancias convencionales. Generalmente el crédito a que los suplidores venden a estas tiendas es a un plazo de 45 días.

Sin embargo, el grito de muchos suplidores es que ese plazo siempre se extiende, llegando hasta los 180 días en ocasiones. Imagínese un pequeño productor de golosinas, que consiga un contrato con una tienda para que le supla una cantidad extraordinaria del producto.

De seguro que buscará financiamiento, rentará local y maquinaria y mano de obra adicional para cumplir, pues sabe que el contrato le garantizará un buen negocio. Pero pasan los 45 días, tres y hasta seis meses.

Ya para ese tiempo, el pequeño productor ha sido embargado, ha perdido su local, le han incautado maquinarias y tiene demandas judiciales de los empleados a los que no les pagó.

Créanme, hay varios casos de ese tipo, tantos que los micro y pequeños productores están haciendo gestiones para que se apruebe una ley que obligue a los clientes a pagarles en un plazo no mayor de 45 días, 60 como máximo. Con eso se conforman.

Lo triste es que algunas de esas empresas, que compran a crédito y venden de contado, se extiendan en el pago de sus compromisos con clientes que necesitan el dinero o que preferirían seguir vendiendo poco con un pequeño negocio, antes de conseguir un contrato “bueno” que los lleve a la quiebra.
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