En esta edición, traemos una queja muy sentida del sector Los Prados, en el Distrito Nacional, sobre el período de terminación superficial de los trabajos realizados por la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) en la calle José López. Pero en días pasados, vimos cómo llovieron las críticas de los residentes en las inmediaciones de la avenida Rómulo Betancourt, que siguen en ascuas.
Hemos dado seguimiento a los esfuerzos que hace la CAASD por mejorar el servicio del agua en varios sectores del Gran Santo Domingo. Y la alentamos a continuar. Pero no entendemos por qué una institución técnica como esa, con tantos años en la vida de la República, se comporta de mala manera frente a la ciudadanía.
Es verdad que para llevar el agua o mejorar la oferta es necesario cavar las zanjas, pero ese propósito no puede conducir al caos del tránsito, a la degradación del ambiente, el deterioro del ornato y a dañar la salud de los vecinos.
En esa perspectiva, lo de la calle José López es nada si lo comparamos con la agresión al hábitat de los vecinos de la avenida Rómulo Betancourt. ¡Cuánta indolencia! No hablemos de la máquina excavadora, que pulveriza el suelo y contamina todo el ambiente. No son pocos los niños que han terminado en una emergencia hospitalaria. A una clínica le fue bloqueado el acceso al área de emergencia habitual. Durante dos semanas la entrada a la misma fue literalmente obstruida. Las mismas quejas de un centro de educación primaria en la mañana y universitaria en la tarde. Todo en nombre del servicio de agua potable que nadie sabe si finalmente llegará por las tuberías.
¿No puede la CAASD, con los grandes recursos que maneja, acelerar los trabajos de remediación? Es más que visible que las zanjas pueden ser cerradas a mayor brevedad. La CAASD tiene las técnicas a su alcance. Es imperdonable su indolencia frente a los vecinos.
