Información y cólera

Entre sus misiones, los funcionarios públicos tienen la obligación de mantener informada a la población. Y siendo así no…

Entre sus misiones, los funcionarios públicos tienen la obligación de mantener informada a la población. Y siendo así no deben escamotear datos, y peor aún, ocultar situaciones.

Cuando actúan de esa forma, pretextan que es necesario  “no alterar el ánimo de la población”. Pero cuando se comportan de esa manera, están violando el derecho a la información, dañan al  gobierno que pretenden proteger y terminan afectando a los ciudadanos.

Ocurre principalmente cuando un problema afecta a muchas personas y puede salirse de control. Entonces, la vía más fácil de proceder pretender es ocultarlo o manipular la realidad.

Lo que origina este comentario es el brote de cólera en Tamboril, Santiago.

Al principio, el ministerio de Salud Pública lo negó. Lo hizo a partir de informaciones aparentemente fehacientes de que lo único que se podía confirmar era que habían detectado múltiples casos de diarrea.

Los casos ya eran demasiado. Hasta doscientos registraron los medios.
Si no tuviésemos la bacteria del cólera en el país, nadie hubiese mencionado esa palabra. Entonces empezaron a llegar las víctimas fatales. Era inevitable ponerle un nombre: cólera.

Los dominicanos sabemos que tenemos la bacteria, que la importaron desde Haití, que a su vez la recibió de un miembro de la Minustah y que se propagó por toda la isla.

Durante el fin de la temporada ciclónica y con ella la disminución de las lluvias, no era necesario preocuparse demasiado.

Pero está entre nosotros y se transporta de un lado a otro de la isla. Sería cuestión de tiempo para que rebrotara. De hecho, durante las lluvias de la Semana Santa surgieron los temores.

Si es así, porqué rodear de misterio una realidad de la cual nadie tiene una culpa específica, aunque todos admitamos que la marginalidad, los malos drenajes, la acumulación de basura y todos los focos de degradación ambiental estimulan su propagación.

Entonces, lo que procede es mantener la campaña de educación preventiva, a nivel general y local. Sin miedo a aceptar la realidad, conscientes de que su control depende de todos. l

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