Inventada inversión

En el discurso político del domingo, el presidente Leonel Fernández anunció una serie de obras para los pueblos y prometió que en los 10 meses que le resta a su gestión hará más equilibrada la inversión del Gobierno, para que todo el dinero no se

En el discurso político del domingo, el presidente Leonel Fernández anunció una serie de obras para los pueblos y prometió que en los 10 meses que le resta a su gestión hará más equilibrada la inversión del Gobierno, para que todo el dinero no se quede solo en el Gran Santo Domingo.

Una se cuestiona por qué ahora el presidente Fernández quiere poner atención al campo para garantizar seguridad alimentaria, hacer carreteras, rehabilitar caminos vecinales, terminar acueductos,  dar solución al problema de aguas residuales con la instalación de plantas de tratamiento, y otras obras, cuando está consciente de que el tiempo no le alcanzará.

Esas  promesas muestran  como  el quehacer político se burla de las necesidades urgentes de la gente, porque en tres periodos de mandato el Ejecutivo nunca mostró  interés por promover un equilibrio de la inversión pública, que garantice descentralización de los recursos, y que de esa manera todas las poblaciones vean solución a sus problemas.

Por qué Fernández no impulsó una verdadera descentralización de los recursos desde que llegó al Gobierno, en 1996, para que la inversión en elevados, líneas del metro y otros proyectos de Santo Domingo fueran divididas de manera equitativa en los 155 municipios.

Hay que decir que el Ejecutivo ha estado consciente de la necesidad de que en el país se produzca una administración pública  respetando los niveles de  gobierno, el central y el local, cuando inició en el año 1996  un proceso de reformas desde  el Consejo Nacional de Reforma del Estado para hacer posible un modelo de descentralización.

Ese proceso parió leyes, resoluciones que se recogen en el documento Dimensión Municipal, donde se define una estrategia para fortalecer el ejercicio democrático, fomentar la participación ciudadana, mejorar la provisión de bienes y servicios públicos y para correlacionar el nivel básico de la administración del Estado con las otras instancias del gobierno, en procura de lograr un desarrollo local más justo.

Sin embargo, la realidad de los pueblos está muy lejos de responder a esa estrategia y en los gobiernos peledeístas hemos visto un Estado centralista, que no le importa el desarrollo local y que pone énfasis a grandes obras, que en la mayoría de los casos no benefician a la gente.
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