Irrespeto cotidiano

Inolvidable, el desesperado grito de un residente frente a la UASD, escrito en la repintada verja de su residencia: “prohibido escribir letreros aquí, esto no es una valla pública”. Eran mis años de universitaria, los grupos estudiantiles solían embadurnar esa y otras propiedades privadas con sus demandas y proclamas propagandísticas. Rememoro el episodio cuando sumo una nueva tarjeta de taxistas adherida a mi propiedad. Pero nada más memorable que la vez que un caballo fue dejado pastando en mi patio. El animal estaba ahí al levantarme en la mañana. En la tarde, vi al jinete penetrar a mi residencia, montar el animal y marcharse, muy normalmente. Memorias de nuestra cultura de desdén e irrespeto surrealistas.