La misma historia

Contrariar en estos tiempos el discurso del Occidente dominante sobre sus verdades universales es como tirar piedras a la luna. Pero mientras la palabra sea un instrumento para comunicar, siempre será posible decir cosas, y especialmente, dudar sobre las

Contrariar en estos tiempos el discurso del Occidente dominante sobre sus verdades universales es como tirar piedras a la luna. Pero mientras la palabra sea un instrumento para comunicar, siempre será posible decir cosas, y especialmente, dudar sobre las “verdades únicas”.

En el nombre de la libertad, como ocurrió con los famosos “luchadores” que enviaron a algunas regiones de Centroamérica, los centros de poder armaron  una  resistencia  contra  la  dictadura  de  Muamar  Gadhafi en Libia. Corrían sobre los rieles de la “Primavera árabe”.

El cruel dictador que debía ser derrocado, era el mismo que había sido declarado durante la administración Bush padre como prohijador de terroristas. El mismo con el que se habían reconciliado importantes líderes europeos. Los mismos que autorizaron a la Organización del Atlántico Norte a descargar sus bombas sobre territorio libio.

Como Occidente había decidido salir de él, cualquier acción violenta era justa, especialmente si cuadraba dentro de los paradigmas y valores universales que promueve el libre mercado y el acceso conveniente a las materias primas de países pequeños.

El “mundo civilizado”, en nombre de la “libertad de un pueblo”, puede dedicarse a perseguir  a su gobernante. Sólo es necesario que se le considere un cruel dictador. Pueden asesinarlo. Se le anula el debido proceso en algún tribunal, nacional o internacional. Es suficiente con presentar los cargos por sus grandes crímenes. Se anulan los derechos de la “bestia”, y en consecuencia, su condición humana, sin  derecho a juicio. Actos bárbaros en tiempos modernos.

Ahora, la ONU, en su típico desempeño, pide al Consejo Nacional de Transición de Libia una investigación sobre la circunstancia en que se produjo la muerte de Gadhafi, aunque los videos de diferentes agencias muestran que el hombre fue capturado herido y conducido sobre sus propios pies hasta una camioneta, y posteriormente fusilado.
Fue un asesinato.

Y no hay derecho a quitarle la vida a un hombre indefenso, por más dictador que sea. Su familia está denunciando a la OTAN por crímenes de guerra. También deberían conocerse los crímenes contra niños, mujeres y hombres indefensos durante la persecución contra la guardia totalitaria de Gadhafi. Una reedición de la historia.

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