En el país todavía muchos productores agrícolas, incluyendo algunos que aspiran exportar, se manejan con un criterio arcaico que le resta mucho desde el punto de vista comercial. Una de sus debilidades consiste en que no anotan lo que hacen en sus fincas.
Los tiempos exigen hoy llevar un registro de todo cuanto se realiza en las zonas de producción, desde que se concibe una semilla para ser plantada. Es una fórmula que funciona al momento de enfrentar alguna dificultad. De manera concreta, si usted cultiva, por ejemplo, aguacate lo correcto es que implemente lo conocido como trazabilidad. Es algo así como tener un acta de nacimiento para esos aguacates.
La trazabilidad o rastreabilidad, como también se conoce, es un conjunto de procedimientos preestablecidos que permiten conocer el histórico, la ubicación y la trayectoria de un producto o lote de productos a lo largo de la cadena de suministros en un momento dado, a través de herramientas determinadas.
En el caso hipotético de que un producto hizo daño a un consumidor, si se ha llevado correctamente la trazabilidad, solo hay que verificar el origen del producto y todo el proceso que ha seguido, para establecer responsabilidades.
“En el país tenemos problemas con eso, porque el productor no escribe lo que hace”, expone Emigdio Gómez, de la Oficina de Proyectos del Ministerio de Agricultura.
El presidente del Clúster de Mango, Rafael Leger, sostiene que desconoce si todas las empresas locales que exportan hacia EE.UU. llevan bien la trazabilidad. Lo que sí sabe es que la mayoría de países exportadores, como Chile, llevan bien ese sistema. También cita a Ecuador y Perú como referencia. El presidente de la Asociación Dominicana de Productores de Banano, Salvador Estévez, sostiene que “con relación al banano hay una certificación llamada Globalgap que requiere trazabilidad desde la finca hasta el supermercado o consumidor”.
Lo dicho por Estévez significa que el productor debe llevar unos registros y cumplir con parámetros y exigencias, por ejemplo, sobre uso correcto de agroquímicos, dosificación, sobre quién hace la recomendación técnica en una finca para aplicar un producto y si esa persona está autorizada técnicamente para eso. El registro, preferiblemente escrito, debe especificar también los utensilios que usa el operario de una finca como protección y las acciones para respetar el medio ambiente, cuando se usan insumos químicos.
Cuando un producto agrícola es empacado lo correcto es que diga en la caja o en el envase que se trate, de dónde proviene, la fecha de empacado, el nombre de la persona que hizo el empaque y el “campo” donde se cosechó el producto. Campo es el área determinada dentro de una zona de producción. Una finca puede tener varios campos.
“Cuando se trata de diferentes productores, cada uno debe tener un código propio, porque si de allá para acá viene un problema hay que saber de qué finca se cosechó y qué día”, expone Salvador Estévez.
Los importadores agrícolas europeos fueron los primeros en pedir que en RD esté bien clara la trazabilidad. Los norteamericanos también lo exigen ya, igual como lo hacen los organismos internacionales certificadores para no “dar tumbo” buscando responsables ante cualquier eventualidad.
En algunas plantaciones bananeras del Noroeste dotan de un acta a cada racimo, colocándole una cinta de color para saber cuándo se hará el corte de cada uno de estos, algo así como la edad de ese racimo.
Consumidos por Obama
Conocer que los tomates Sherry y Grape, de la empresa de Azua, Tamara Agroindustrial, han sido seleccionados para consumo de la familia del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha sido posible gracias a que esa industria cumple con la trazabilidad. Tamara Agroindustrial funciona bajo condiciones de zona franca especial, con el sistema de ambiente controlado o invernadero.
