Las cifras de afectados por dengue en el 2011 fueron considerablemente inferiores a las del 2010, lo que sin dudas constituye una buena noticia. De igual modo, las cifras de muertos e infectados de cólera para este año que termina no alcanzaron los altos números pronosticados por la Organización Panamericana de Salud (OPS), cerrando el 2011 con un aproximado de 20,000 afectados (la OPS esperaba cerca del doble) y unos 300 muertos.
Sin embargo, antes de cantar victoria y declarar una mejoría en el sistema de salud pública, hay otros elementos que se deben tomar en cuenta. Mientras el mosquito que transmite el dengue ha disminuido su impacto, el Anófeles que transmite la malaria está causando estragos en el país, más que en ningún otro lugar de la región con excepción de Haití, cuyas condiciones de insalubridad no deberían permitir siquiera una comparación con República Dominicana.
De hecho, hace apenas unas semanas la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó que de los 21 países latinoamericanos en los que existe la malaria, en 18 se ha producido una reducción de un 50% de los afectados y en uno de ellos, Venezuela, la reducción no es palpable debido a la mejoría en los medios diagnósticos, pero se estima que posiblemente esté ocurriendo lo mismo. Los únicos dos países que no han experimentado ningún tipo de avance en la lucha contra la malaria, a pesar de ser éste uno de los Objetivos del Milenio, son República Dominicana y Haití.
En el 2009 la cifra oficial de afectados por malaria en el país fue de 1,643. Dicha cifra aumentó a 2,482 en el 2010 y se prevé que el 2011 termine con números parecidos, lo que se aleja completamente del esfuerzo colectivo de la región para erradicar esta enfermedad del subdesarrollo. Y todo esto a pesar de los planes que el Centro Carter anunció en el 2009 para la erradicación de la malaria y la filariasis de toda la isla con el monto razonable de 194 millones de dólares, lo que parece que al igual que tantos otros anuncios simplemente se quedó en palabras.
Y si se analiza la malaria, el cólera y otras enfermedades usuales en el país como la leptospirosis, se destaca un elemento común que hace favorable la proliferación de todas: la falta de higiene. Por ello, es necesaria una labor conjunta del Ministerio de Estado de Salud Pública con los Ayuntamientos para llevar a cado una lucha más palpable con adecuada limpieza, con fumigación, con medidas sencillas pero de real aplicación para combatir estas enfermedades que, mientras el mundo avanza en tantos órdenes, constituyen una inequívoca señal de atraso.
