Las insoportables flores de la adversidad: escenarios para Leonel Fernández

Al parecer las mejores razones no han valido de nada. La única respuesta ha sido el muro cada vez más alto de una terca negatividad totalmente contraria a estimar la realidad por la grieta que da paso al puño de hierro de los hechos. ¿Qué ha…

Al parecer las mejores razones no han valido de nada. La única respuesta ha sido el muro cada vez más alto de una terca negatividad totalmente contraria a estimar la realidad por la grieta que da paso al puño de hierro de los hechos. ¿Qué ha pasado con el rigor, la proverbial objetividad de aquel Leonel Fernández tan capaz, como decidido, paciente y certero, para colocar en perfecto orden de ataque sus mejores piezas con las cuales siempre triunfó? 

A falta de la precisión de elementos que han sido manejados (y manipulados) en una estricta intimidad, lo que alcanzamos a ver es un hecho personal en exceso, ante el cual deseamos tener bien cerrados los ojos. ¿Orgullo lastimado, malamente herido? En consecuencia, ¿un dolor tan contumaz como corrosivo, que va desarticulando hasta aniquilar cualquier forma y manera de objetividad? De ser así, por increíble, ante quien hizo causa a favor del valor supremo del desprendimiento; de cara al líder político que siempre ha pretendido gravitar sobre la mediocridad de los afanes comunes; quiso y logró un liderazgo tan firme como necesario que le diera las mejores razones para creer, para soñar, para revivir de sus cenizas la esperanza de un país significativamente mejor, a todo un pueblo donde estaba en primera fila la firme lealtad de sus amigos. Y ahora, de cara a una prueba que por fuerza moral impone reconocerle el mérito a un antiguo hermano que tanto y tan bien en todos sus momentos hizo por él, vemos desmoronarse de manera incomprensible la merecida monumentalidad de su propia presencia.

No Leonel, no es posible. No es verdad que tenga tanta fuerza un encono en el que es demasiado triste creer. Repito, la principal condición para ser líder es situarse sin remedio y sin condiciones por encima de todo y de todos; es estar sólidamente de pie en ese escalón que por su naturaleza siempre se encuentra, según el caso, poco o mucho sobre los demás.

Ciñéndonos a lo que acontece, el sentido común más rasero inclina al sentido común a estimar las posibilidades que se organizan como escenarios factibles, gracias a la enjundia de los opinólogos, los de domingo y los de profesión, nada de lo que expresaré es ni puede ser original, son argumentos tan manidos como evidentes.

Si se restablece la reelección inmediata, sería fruto de una equitativa negociación. El escollo fundamental es que no todos los actuales congresistas se reelegirían, pues hay casos muy penosos que de entrada por sus escandalosas malas prácticas ya perdieron su curul sin que nada se pueda hacer. Leonel tendría que sustituirlos, si tal es el acuerdo, por caras nuevas que ayuden a limpiar su nombre, y nunca jamás nadie cuestionado por dolo o trapisondas espúreas, como ha pasado y consta en este largo período y que tanto duele reconocer. Leonel se queda fuerte en el Congreso, y Danilo termina tranquilo su labor presidencial. Sin embargo hay un punto que planteo yo. Leonel ya agotó doce años. Sin ánimo alguno de echarle más leña al fuego, Danilo va para cuatro y sólo se habla de cuatro más. Lo justo sería que con la nueva enmienda constitucional, Danilo esté en capacidad (sin nada de transitorios) de reelegirse en el 20, pues según la carta magna Leonel quedaría libre para otros ocho años consecutivos, cerrando nada menos que con un average de veinte, si es el caso y lo merece, una brillante gestión.

Si se bloquea la reelección, divídase o no el PLD, nadie le perdonaría a Danilo dejar de colocarse en una posición defensiva imbatible. Con el control del Partido, ¿a quién se le ocurre que no dejará barrido el Congreso colocando a sus parciales en todas las curules posibles? ¿En la posición de Danilo, lo haría Leonel? Francamente creo que no. Por lo tanto es razonable pensar que si no hay trato, los congresistas que responden a Leonel deben despedirse de sus cargos, pues ninguno va a permanecer ni un día más en su posición. Y todavía mucho peor. El Dr. Fernández Reyna debe considerar seriamente que una precandidatura suya le va a imponer al Lic. Danilo Medina Sánchez colocar en punto de ataque a alguien que pueda guardar, según su criterio exitoso de gobierno, el cargo presidencial. Y si bien jamás sería lo mismo, al Dr. Fernández le va a ser muy difícil imponerse a Danilo, aunque no sea él, siempre que este se lance en cuerpo y alma a la calle apoyando a su candidato, con el peso de su bien ganado prestigio y autoridad moral.

¡Dios mío!… ¿Leonel Fernández Reyna derrotado por un cro de larga data pero primerizo ante la eventualidad de la presidencia, que bien puede ser Reynaldo Pared, un candidato excelente; o un Francisco Javier García, igual en calidades o mejor en proyección?… Si hay razones para el luto político, ignoro si algo de lo planteado puede superar el estupor.

El tercer escenario es de espanto, para Leonel. Si al insistir contra viento y marea en candidatearse para el 20 y gana unas primarias que se avizoran como harto difíciles, no logra el Dr. Fernández imponerse en primera vuelta, lo que dicen todas las encuestas, creo que hasta las de él. Perder el PLD el poder y morirse es lo mismo. No importa quién gane, luego de una división en el PRD de la cual con insistencia se le ha acusado, ¿cabe en la cabeza de nadie de que ya una vez en Palacio, al Dr. Fernández no se le arruinará personalmente hasta la destrucción? Lo temo y lo creo. Con méritos o no, lo que debe probarse, la sed de retaliación y el más bajo sentido de la oportunidad harán con creces su sucio y tal vez eficiente trabajo, resultando así una derrota doblemente penosa y de singular gravedad para el país. Lo menos que le va a pasar a Leonel y a su facción, que se declarará invariablemente en desbandada, es la humillación de la cárcel, un temor muy bien fundado, pues los disparates jurídicos de un Procurador temático, decididamente incompetente y vergonzosamente parcial, tal vez no lo cometa un enemigo político que también pueda serlo personal.

A pesar del ruido natural del triunfo del Sr. Abinader, un papanatas con arraigo aparente pero insubstancial, vacuo, irrelevante; únicamente digno de ser tomado en cuenta por haber derrotado a un oponente descerebrado y tan sin discurso como él; el PLD mantiene un voto a favor, siempre que este impasse por la reelección logre ser superado.

Quizás no sea lo que la gente espera que sea dicho, porque en la mayoría se hacen sentir con fuerza telúrica los sentimientos. Pero en la práctica más elemental, un político jamás puede tener corazón. La política se hace con suprema objetividad, con un fiel apego a la lógica que impone la realidad, sin dar la más insignificante cabida a una conmoción emocional. Si la frialdad que da paso y sostiene la calidad de un juicio exacto de los hechos con los que es indefectible trabajar es relegada, ¿qué se nos autoriza a pensar?

Cuando el Dr. Fernández vio que fue derrotado en el Comité Central y luego en el Político, arrinconándose en una minoría sin esperanza alguna de prevalecer, su oportunidad para salir airoso y hasta revitalizado ante todos era unirse a su compañero de antaño y reconocer que lo que acontecía no era por propaganda sino por méritos genuinos, lo que exigía apoyar sin reservas y antes de que se lo pidiese este, al Lic. Medina. Incluso tal acción le hubiera ayudado a revertir con éxito razonable la tasa de rechazo que lo mantiene sepultado y en una difícil posición.

Tal acción podía leerse de muchas maneras, sin embargo, era inequívocamente el resultado práctico de ver muy por encima del tablero y sin la menor borrasca de pasiones que lo llevaran a crearse ilusiones tan bien alimentadas por amigos suyos que nunca jamás lo fueron y sólo se hacen sentir para servirse como ya se sirvieron hasta las heces de él. Al fin de cuentas, al único que se mencionará por mucho, cuando la historia cobre su imperio, será a Leonel. El resto, gentuza de tan escaso valor, se diluirá en el coto de sombras del que jamás debió salir.

Hay un cuarto escenario que se plantea contradictorio pero que por lo bajo alguna gente barrunta y con el que hay que contar. Si en 2000 Leonel Fernández simplemente dejó inerme a Danilo contra la piedra del PRD, entonces colosal, por obra y gracia del Dr. Joaquín Balaguer, convirtiéndose en su candidato de hecho el Ing. Hipólito Mejía ¿por qué ahora, ante la imposibilidad de ganarle de cualquier manera la partida a Danilo, ese candidato de rejuegos viles para Leonel no podría ser Miguel Vargas Maldonado, con quien dicen tantas y tan feas lenguas, bien se puede entender? ¿Qué no le agradecería Vargas Maldonado a Leonel si este y su equipo se sale con la suya de hundir a Danilo en el proyecto de la reelección? Hay mucho más rencor, al parecer, en el PRM que en el PRD contra el Dr. Fernández, y no es ninguna ficción.

¡Qué perspectivas tan siniestras!

Está por verse cómo puede repuntar el PRD del oscuro lugar donde está. Pero si en el PLD se hace imposible un acuerdo, a falta de una candidatura sólida, cualquier cosa muy triste para todo un país, por el trabajo arrollador de las esperanzas, podría acontecer. 

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