Las Ruinas de San Francisco: entre la historia y el abandono

Los muros de piedras y ladrillos que exhiben las hoy Ruinas de San Francisco, fue antes la casa de los padres franciscanos, los primeros religiosos en llegar a la Hispaniola para dedicarse a la enseñanza y a la evangelización de los habitant

Los muros de piedras y ladrillos que exhiben las hoy Ruinas de San Francisco, fue antes la casa de los padres franciscanos, los primeros religiosos en llegar a la Hispaniola para dedicarse a la enseñanza y a la evangelización de los habitantes del Nuevo Mundo. 

Es imposible valorar estas “piedras” si no se conoce su pasado. Si no se sabe que del Monasterio de San Francisco salió todo ilustrado el cacique Enriquillo para convertirse en la voz defensora de sus coterráneos frente a los españoles que le educaron. Allí también se instaló el primer acueducto de América y a finales del siglo pasado fue descubierto un cementerio de indígenas, esclavos y españoles. Muchos tampoco saben que antes de colapsar totalmente, este espacio fue un manicomio. Hoy, de las Ruinas de San Francisco solo se puede dejar volar a la imaginación para reconstruir el pasado y adrede, valorar lo que el tiempo dejó.

Los vestigios de las bóvedas y cada grieta de sus muros se han convertido en hogar para las palomas que dañan y ensucian su entorno y que en bandada se arremolinan sobre lo que aún queda.

El antiguo Monasterio de San Francisco se levantó en al menos dos mil 500 metro cuadrados sobre una colina, en la parte norte de la Ciudad Colonial. La iglesia, el convento y la capilla de la Tercera Orden conformaban las tres edificaciones del terreno, todo construido alrededor de un patio central o claustro.

Estas obras fueron edificadas en por lo menos cinco etapas desde inicios del siglo XVI. El convento fue la primera en edificarse como la casa de los padres franciscanos. De todo esto, aún hoy, es posible visualizar huellas desgastadas de las tres edificaciones, con rastros de actualidad. El pavimento, por ejemplo, fue reconstruido en ladrillos para la década de los 70. “Sus muros rotos, sus paredes cansadas y fisuradas, sus pisos enterrados y el lenguaje de sus cúpulas insinuadas, son símbolos mucho más emotivo que la de cualquier monumento solemne y permanente”, dijo en una ocasión el arquitecto Gustavo Ubrí al referirse a este lugar, que ahora tiene sus puertas cerradas para cuidar lo que queda. Sólo es abierto para la celebración de alguna boda, sesiones de fotos, conciertos o filmes de alguna película o comercial.

Sin embargo, los vecinos de Las Ruinas aprovechan sus alrededores para recrearse y es fácil ver cualquier tarde a un grupo de amigos jugando dominó cobijados bajo la sombra.

Las Ruinas

Al finalizar la calle Hostos y entrando por lo que hoy funciona como puerta principal, se topará de frente con los altos muros de la antigua iglesia. Lo que antes era el claustro, ahora es una especie de patio rodeado de armazón de metal y plantas que lo cubren.

En la parte izquierda de la iglesia está el área de la capilla de la Orden Terciaria, tal y como señala un pequeño mapa de las ruinas, que indica, además, el lugar donde estuvo el convento, justo frente al claustro.

El tiempo ha desgastado las ruinas. La fragilidad de las paredes y los escombros que se pueden encontrar incluso resultarían peligrosos y es por ello que la Dirección Nacional de Patrimonio Monumental solo abre las ruinas para realizar actividades culturales muy puntuales.

Consolidación

“Esos materiales con los cuales se han construido, con el tiempo se van erosionando y necesitan de labores de consolidación”, señala Edda Grullón, directora general de Patrimonio Monumental. Para la institución que dirige, un proceso de “consolidación” en Las Ruinas, sería propiciar un espacio que sirva de entretenimiento familiar, sin despojar su espíritu medieval. “Es estabilizar estructuralmente el monumento, no remodelarlo, porque no se trata de cambiar el escenario; serían las mismas paredes que tienen asegurando que no se sigan destruyendo”, puntualiza.

Grullón también explicó que actualmente no existe una propuesta parar reestructurar Las Ruinas de San Francisco “aunque sí hay unos fondos destinados para ello”. Un préstamo con el Banco Interamericano de Desarrollo a través del Ministerio de Turismo para el Programa de Fomento al Turismo en la Ciudad Colonial, ha de incluir este monumento.

Sus tesoros

Además de ser la sede le la primera orden religiosa que llegó a la isla durante la época colonial, un cementerio fue descubierto cerca de los 90, por el antropólogo Fernando Luna Calderón. Allí supone que estuvo el primer acueducto de la América colonizada.

Para ese momento, en el camposanto se encontraron unas 100 osamentas que datan del siglo XVI. Calderón y su equipo de especialistas determinaron con este hallazgo algunas enfermedades que aquejaban a los habitantes de la época: sífilis, anemia, trastornos periodontales y malformaciones. Los esqueletos de aborígenes, soldados franceses y haitianos e incluso un esclavo con su grillete fueron descubiertos en estas excavaciones.

De las ruinas, ubicada en la confluencia de las calles Hostos y Emiliano Tejera, también cuentan que no solo fue un monasterio. En la época de la ocupación haitiana, se dice que los invasores hacían orgías en el lugar y cuando el ciclón San Zenón en 1930 funcionaba de manicomio y muchos internos murieron.

Aunque del monasterio quede poca cosa, las historias que guardan sus escombros le han dado título merecido para considerarse uno de los monumentos más importantes de la ciudad de Santo Domingo, con una “carga emocional muy fuerte”, a juicios de la arquitecta Edda Grullón.

Terremotos, ciclones, luchas de conquistas e independencia, así como los saqueos del pirata inglés Francis Drake, dejaron al Monasterio en ruinas, pero al mismo tiempo dejaron buenas historias para detenerse a imaginar, una vez camine por la zona y observe el lugar.

Eventos artísticos y culturales

Cada domingo, de 5:00 a 10:00 de la noche, el Grupo Bonyé se presenta gratis en las áreass del monasterio. Edda Grullón no critica la buena música, sin embargo apunta sobre el peligro que pueden representar estos conciertos para el monumento. “Hace falta este tipo de evento en la ciudad, pero desde el punto de vista nuestro lo ideal sería que se desplazara a otros puntos de la ciudad, porque así el impacto en Las Ruinas no es tan fuerte”.

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