En las notas de producción de la película El hoyo del Diablo, que se estrena mañana, el director se toma la licencia de citar al maestro del suspenso, Alfred Hitchcock, quizás como una aspiración muy personal de los estándares que quisiera lograr en términos artísticos y cinematográficos, obviamente. Una aspiración pretensiosa, no sólo para él, sino para cualquier otro realizador, cuando estamos frente a quien se considera el maestro del género por excelencia, aunque con esta nueva producción nacional debemos reconocer que se empieza a salir de un círculo vicioso en el que se sumergieron muchos de los directores contemporáneos.
Con “El hoyo del Diablo”, el realizador Francis Disla, un veterano de los medios audiovisuales con lecciones aprendidas en el campo de la publicidad, el videoclip y el propio cine (donde trabajó en la producción de varias películas), demuestra que su paso por esos campos sirvieron de base para encontrar un lenguaje, el único que nos permite entender el cine como tal. Está ese lenguaje que se transmite a través de los componentes técnicos de una película, dígase todo lo que viene a través de la banda sonora, del sonido ambiental, de la dirección artística, de la justificación de un plano, del movimiento de la cámara. Es en este aspecto en que Disla logra hablar con bastante claridad, gracias a una ambientación secundaria que está muy por encima de los niveles de calidad que ha predominado en nuestro cine de los últimos 10 años, salvo poquísimas excepciones.
Lo inesperado funciona. Si bien sufrimos la insistencia excesiva (a veces exagerada) de la musicalización, de una mejorable selección de su soundtrack, este aspecto aún así permite crear la atmósfera propia del género de terror: ir jugando con sonidos que se puedan apreciar hasta envolvernos en ese clima para creernos la muerte inesperada, los vaivenes de esos seres que permanecieron serenos hasta Sofía, el personaje aceptablemente interpretado por Martha González, va desencadenando escenas terroríficas que van enriqueciendo la estructura narrativa de la historia.
La trama apela al recurso de la matanza histórica ocurrida en el 1937 por órdenes de Trujillo, hecho en el que participó el abuelo de la protagonista, y de esta manera se crea el vínculo que une tres generaciones y una horrenda trama de corte religioso que nos lleva a un final impredecible, pero muy arriesgado.
Aún con “El hoyo del Diablo” no terminamos de lograr esa credibilidad interpretativa que se manifiesta con mayor claridad en el trabajo, quizás, de Fausto Rojas, Carlota Carretero y alguna otra actuación medianamente aceptable. Todavía faltaría seguir puliendo aún más los diálogos, muchísimo más. Es una tarea pendiente, que no podrá ser saldada hasta que no surjan guionistas con un bagaje literario, que puedan, además de rostro, profundizar en la psicología de los personajes. Crédito para los diseñadores de producción, Eumir Sánchez y Ezequiel Reyna, los efectos de maquillaje de Gissel Jiménez y el trabajo de Francis Disla. El hoyo del Diablo es una película bien lograda.
Director: Francis Disla.
Intérpretes: Martha González, Juan Fernández, Iván García, Fausto Rojas, Carlota Carretero, César Olmos, Johnny Mercedes y Karla Fatule.
Género: Terror.
País: RD.
Año: 2012.