“El tereque ese”

Hace un tiempo conseguí lo que considero una obra que a la par que fundamental, divertida, “El Caudillismo en la República Dominicana’’ de Miguel Ángel Monclús y que tiene un prólogo de Sócrates Nolasco; es una tercera edición de la Editora&#

Hace un tiempo conseguí lo que considero una obra que a la par que fundamental, divertida, “El Caudillismo en la República Dominicana’’ de Miguel Ángel Monclús y que tiene un prólogo de Sócrates Nolasco; es una tercera edición de la Editora del Caribe, del año 1962. Desconozco si luego han realizado nuevas ediciones de este formidable librito con un contenido enorme.
Voy a compartir con ustedes un pasaje de ese libro (trozo que por cierto también encontré citado en “Los Responsables” de Víctor Medina Benet), lo copio in extenso:

“La Constitución ha sido en el concepto criollo, por las nociones primarias que de ella tuvimos, una especie de tereque. Ese término, sirve mejor que cachivache para designar una cosa que no sirve, que incomoda a veces, y cuya razón de ser no se explica. El término, parece que no es argentinismo, pues no lo ha adoptado la Academia, ni figura en ningún diccionario; con todo, sienta plaza en nuestro lenguaje vernáculo y es de uso expresivo y corriente.

Según observó el vulgo, el tereque ese, la Constitución, con todo y su inutilidad solía preocupar a los mandatarios. El vulgo oyó hablar muchas veces de la necesidad de romperla y de la necesidad de hacer una nueva. ¿Para qué? El vulgo no lo sabía. Sin embargo, pareció que cada quien cuando gobernaba le era grato tener un tereque de esos a su acomodo y observó también, que aún los de hechura propia en muchos casos incomodaba. De una manera vaga recordaba que:

Santana hizo y rompió 6; Báez hizo y rompió 5; Cabral hizo y rompió 2; González hizo y rompió 2; Guillermo hizo y rompió 2; Luperón hizo y rompió 2.
Resultó de ahí que el simple Concho Primo, no tuviera idea firme sobre la Constitución, y si acaso, alguna ocurrencia pícara. La culpa no fue de él; reflejaba en sus sentimientos lo que aprendió con la práctica.” Pág. 111 y 112.

Luego de ironizar y criticar acerbamente la muda constante del texto fundamental con fines acomodaticios al talante e interés de cada gobernante y al desprestigio que a los ojos del pueblo esto había conducido, a renglón seguido, el Lic. Monclús retoma y explica el verdadero y significativo papel que juega la Constitución en definir la organización del Estado y proclamar las libertades esenciales, sin embargo, agrego, este instrumento jurídico que comúnmente es criticado por contener o dejar fuera preceptos que algunos consideran perfeccionan o restringen derechos de los ciudadanos, también puede ser cuestionado, o peor, desnaturalizado por su interpretación y las decisiones que a pies forzado emanen de él.

No es que pretendamos tocar con juicios divinos a los llamados a interpretar y decidir en base a este instrumento normativo, son humanos y como tales sujetos a imperfección, precisamente la multiplicidad de actores en la composición de su dirección procura, además de la especialización, entre otros, reducir la ocurrencia de errores pero lo que puede dar al traste con el respeto que merece este andamiaje jurídico y despertar sospechas es cuando a pura reiteración de decisiones erróneas se pretenda convencernos de la inutilidad del mismo.

Tanto el texto como la jurisdicción responsable de su interpretación tienen que guardar una relación estrecha en que si el primero está bien lo segundo no debe desmeritar de aquel de modo que la ciudadanía mantenga el respeto hacia ambos; y de ninguno se hable de “el tereque ese”.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas