Liberales y gobierno

Los economistas liberales creen que el Estado debe limitar su participación a la defensa y justicia de un país, la construcción de algunas infraestructuras, y poco más. Algunos entienden que ni eso debería hacer, porque desde que los políticos&#8230

Los economistas liberales creen que el Estado debe limitar su participación a la defensa y justicia de un país, la construcción de algunas infraestructuras, y poco más. Algunos entienden que ni eso debería hacer, porque desde que los políticos meten sus manos, todo pierde su esencia y se corrompe.

Estos economistas suelen decir: “nuestros gobernantes son gente común y corriente. Pretender que sacrifiquen sus intereses para procurar el bien general es una falacia que cae por el peso de los hechos”.

Muchos escuchan esto y dicen: “¡tienen razón los liberales!” Pero a la hora de la verdad, no hacen más que pedirle cosas al Gobierno. La propaganda les ha convencido de que se está más seguro si éste interviene, porque de otro modo los hombres se devorarían entre sí. (Los pájaros sí pueden ordenarse espontáneamente para volar, pero nosotros no).

Es por esta arraigada creencia que al Estado se le pide de todo: evitar el hambre, curar enfermos, impedir que los maridos le peguen a sus mujeres, alfabetizar ancianos, criar huérfanos, promover las artes, salvar productores quebrados…

Y todas estas peticiones son oídas y sirven de pretexto para que los políticos creen nuevas instituciones y manejen más dinero… En demasiados casos, estas instituciones se han llenado de burócratas, sin mucho oficio, pero con capacidad de votar.

Ha sido la sociedad civil, con sus innumerables peticiones, la que ha consentido la creación de esta enorme maquinaria de clientelismo político, disfrazada de virtud y muy difícil ya de erradicar (porque son los que se perpetúan en el poder con su exigencia, los que podrían desmantelarla).

Los liberales ven esto más claro que nadie. Pero no logran convencer a mucha gente. Porque es más cómodo pensar en el Estado como padre proveedor, que reconocer que asignarle ese rol conlleva a un sistema que le quita al que produce para alimentar vagos y enriquecer corruptos.

Y porque preferimos oír: “estoy aquí para salvarlos” a que nos digan: “asuman su responsabilidad, inventen algo productivo y resuelvan sus problemas”.
Entonces los políticos son solidarios y nos complacen. ¡Y siguen mintiéndonos!

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