Los intermediarios

No nos vamos a referir a esas personas desalmadas que manipulan la entrada al mercado de la producción industrial, agropecuaria o de todo tipo. A esos visceralmente hambrientos de dinero, de acumulación barbárica. De ninguna manera. Ni siquiera…

No nos vamos a referir a esas personas desalmadas que manipulan la entrada al mercado de la producción industrial, agropecuaria o de todo tipo. A esos visceralmente hambrientos de dinero, de acumulación barbárica. De ninguna manera. Ni siquiera recurriremos a las referencias que hacen los textos económicos.

Hablaremos de unos individuos sin los cuales los productos difícilmente llegarían sin demasiado contratiempo a nuestras manos. Esos agentes clave para los productores, aunque a veces sean ellos mismos quienes les carguen todos los dados. Y propicien que les lancen todos los dardos venenosos.

Sin los intermediarios, las grandes empresas no llegarían a los consumidores. Sean las grandes cadenas de distribución o ventas de todo tipo de artículos de consumo, desde las cadenas de tiendas, supermercados, mercados de abastos y colmados, y hasta esos tricicleros que pedalean hasta las puertas de las casas.

Imaginen un pequeño o mediano productor de víveres arrastrándolos por su cuenta hasta los grandes centros urbanos. Luego, exponiéndolos y transándolos uno por uno. Es sencillamente absurdo.

Los intermediarios constituyen una cadena imprescindible para introducir al mercado todo lo que se produce. En zonas donde por ejemplo no haya tradición para mercadear carne de conejo, ¿cómo llevarla a los mercados? Quizás entraría la “mano protectora” de las agencias gubernamentales.

El asunto es que la sociedad siempre culpa a los intermediarios. Almacenistas, supermercados o los detallistas más pequeños.

El mismo Pro Consumidor suele empezar sus batidas por el final. Pero creemos que no todos los problemas de precios especulativos se originan en los intermediarios. Entran en juego tantos factores que no resulta tan fácil simplificar.

Los intermediarios, que pueden ser fantasmagóricos, deben empezar a ser vistos desde una perspectiva adecuada. Sólo forman parte de una cadena de transporte, manipulación y colocación de productos para los usuarios finales.

No significa nada de esto que no haya intermediarios abusivos e inconscientes, pero la realidad es que en general, si bien sacan sus márgenes, su tajada, la misma viene dada por todo un tinglado bien estructurado que rinde un inapreciable servicio al público.

No son tan feroces como los pintan.

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