Los microcréditos empujan progreso

Francisco J. Abate F., director ejecutivo de la Fundación Dominicana para el Desarrollo, explicó la importancia de los microcréditos como impulsores de  desarrollo.

Francisco J. Abate F., director ejecutivo de la Fundación Dominicana para el Desarrollo, explicó la importancia de los microcréditos como impulsores de  desarrollo.Abate es un experto con vasta experiencia nacional e internacional en microcréditos y microempresas, en cuyo caso destacó la experiencia de la mujer dominicana como cabeza de familia, lo que a su entender la coloca en un sitial alto como gestora de pequeñas empresas  y cómo los modelos utilizados a nivel mundial pueden ser extrapolables a la experiencia dominicana.

Con una cartera de 15,000 personas en 10 provincias del país  y con 190 millones de pesos, la Fundación Dominicana para el Desarrollo (FDD), ya tiene 45 años en funciones. El 75% de los préstamos son directamente a microempresas, un 23% a mejoras de vivienda, 3% son de consumo, aunque no para consumos de productos, sino como ayudas tipo urgencias de salud o necesidades como libros para la escuela de los niños. A nivel internacional, dijo que la experiencia en microcréditos de las que más pueden aprender los dominicanos son las de Colombia y Perú, ya que culturalmente están mucho más cerca del país que, por ejemplo, India o Bangladesh.

Los beneficiados

Abate explicó que el sector comercio, especialmente los colmados, son la gran mayoría de sus clientes, seguidos por los salones de belleza y las ventas ambulantes. Señaló que hay un tipo de microempresa que suele pasar desapercibida: las “escuelitas” de barrios, a las que señala como microempresas por derecho propio. Destacó que muchas de ellas son clientes suyos, lo que añade mayor dimensión social a su colaboración al desarrollo; ello no es frecuente, ya que en muchos países el sistema educativo público funciona bien y no se hace necesario incentivar esa parte.

Destacó, asimismo, que un sector que es muy necesario impulsar es la manufactura. Considera que los dominicanos somos muy buenos en comercio y servicios, pero el sector manufacturero, que añade valor, no está bien representado aún y debe ser impulsado, en opinión de Abate. La Fundación posee acuerdos recientemente firmados con universidades como Unibe, Apec y la Católica Santo Domingo, ya que en 45 años la fundación tiene lo que denominó “un arsenal de conocimiento” en materia de emprendimiento, ya que entrenan más de 3,000 personas al año, lo que les provee de un cuerpo capacitador bueno con información valiosa, y es deseo de la fundación que esos conocimientos lleguen a las aulas universitarias, aunque no solo como conocimiento académico y cultural, sino con fines de crear negocios de éxito.

Explicó el caso de las muñecas de barro sin cara en Bonao, las pieles en Higüey y el ambar en Puerto Plata como ejemplos de emprendimientos artesanales y culturales que tuvieron éxito como negocios en el largo plazo y hasta se convirtieron en buques insignia de la artesanía dominicana como producto de exportación.

La mujer como líder

Abate destacó la experiencia de la mujer dominicana como cabeza de familia, lo que a su entender la coloca en un sitial alto como gestora de pequeñas empresas. Explicó que la mujer dominicana, sociológicamente, siempre ha sido jefa de casa, dada la tendencia antigua de los dominicanos de extracción social más humilde a unirse libremente, cuando en un momento el matrimonio era “un asunto de ricos”, dándole a la mujer un rol más activo, señala el director de la FDD.

Señala que a la mujer dominicana no le hace falta nada para lograr más éxito como microempresaria, al considerar que es “batalladora”, siendo esto el principal requisito para sacar adelante cualquier proyecto emprendedor.

Explicó el caso emblemático de una señora de pueblo que logró hacer progresar un pequeño colmado. Cuando sus hijos crecieron y buscaban más independencia, se las ingenió para transformar el pequeño negocio en una fábrica de jabones, permitiendo que sus hijos jugaran un mayor rol en la empresa familiar. Esto convirtió un problema en una oportunidad y en reto de crecimiento, lo que llevó a un mayor desarrollo personal y familiar.

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