Malvados y justos en los Salmos (1)

IntroducciónEl lunes 4 de abril, después de rezar el Salmo 9 en mi oración de la mañana, decidí recoger la temática “Malvados y Justos”, que es recurrente en los salmos bíblicos. Me parece que puede ayudarnos…

Introducción

El lunes 4 de abril, después de rezar el Salmo 9 en mi oración de la mañana, decidí recoger la temática “Malvados y Justos”, que es recurrente en los salmos bíblicos. Me parece que puede ayudarnos a todos para revisar el pasado, mirarnos en ella en el presente como en un espejo, corregirnos y proyectarla en el futuro de nuestras vidas personales, la educación familiar y las conductas del quehacer político, empresarial o civil.

El Diccionario de la Real Academia Española afirma que “Malvado” se dice “de una persona: muy mala, perversa, mal inclinada”.

Hay malvados que lo son a propósito, con toda la mala intención, hay otros que los ha hecho así la vida, pero no dejan de ser malvados, aunque sean resultado de circunstancias personales o familiares.

Para la Biblia el justo es el ser humano bueno, fiel, el hombre de bien, honrado, que no se corrompe, que mantiene encendida la lámpara de las virtudes, los valores y la ética, a pesar de las presiones y ataques de los malvados, que le rodean.

Malvado, en los salmos, se equipara, asimismo como sinónimo, al “adversario”, al “enemigo”, al “malhechor”, al “impío”.

He aquí, pues, textos tomados literalmente de los salmos, que nos dan luces sobre esta realidad humana, la maldad y la justicia (o bondad), favoreciendo una profundización sobre ello y abriendo la posibilidad de una repercusión positiva en la historia y vidas concretas de las personas.

Este estudio quiere ser exhaustivo, en cuanto busca citar todos los versículos de salmos, que tocan este tema.

1. Salmo 1: Los dos caminos
“Feliz quien no sigue el consejo de malvados ni anda mezclado con pecadores ni en grupos de necios toma asiento, sino que se recrea en la ley de Yahvé, susurrando su ley día y noche. Será como árbol plantado entre acequias, da su fruto en sazón, su fronda no se agosta. Todo cuanto emprende prospera: pero no será así con los malvados. Serán como tamo impulsado por el viento. No se sostendrán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la reunión de los justos. Pues Yahvé conoce el camino de los justos, pero el camino de los malvados se extravía.”

2. Salmo 3: Clamor del justo perseguido: De David. Cuando huía de su hijo Absalón “Yahveh, ¡cuán numerosos son mis adversarios, cuántos los que se alzan contra mí!
¡Cuántos los que dicen de mi vida: «No hay salvación para él en Dios!» Mas tú, Yahveh, escudo que me ciñes, mi gloria, el que realza mi cabeza. A voz en grito clamo hacia Yahveh, y él me responde desde su santo monte. Yo me acuesto y me duermo, me despierto, pues Yahveh me sostiene. No temo a esas gentes que a millares se apostan en torno contra mí. ¡Levántate, Yahveh! ¡Dios mío, sálvame! Tú hieres en la mejilla a todos mis enemigos, los dientes de los malvados los rompes. De Yahveh la salvación. Tu bendición sobre tu pueblo.”
3. Salmo 5, 5-13. Oración de la mañana del Rey David

“Pues no eres tú un Dios que se complace en la impiedad, no es huésped tuyo el malo. No, los arrogantes no resisten delante de tus ojos. Detestas a todos los agentes de mal, pierdes a los mentirosos; al hombre sanguinario y fraudulento le abomina Yahveh. Mas yo, por la abundancia de tu amor, entro en tu Casa; en tu santoTemplo me prosterno, lleno de tu temor. Guíame, Yahveh, en tu justicia, por causa de los que me acechan, allana tu camino ante mí. Que no hay en su boca lealtad, en su interior, tan sólo subversión; sepulcro abierto es su garganta, melosa muévese su lengua. Trátalos, oh Dios, como culpables, haz que fracasen sus intrigas; arrójalos por el exceso de sus crímenes, por rebelarse contra ti. Y se alegren los que a ti se acogen, se alborocen por siempre; tú los proteges, en ti exultan los que aman tu nombre. Pues tú bendices al justo, Yahveh, como un gran escudo tu favor le cubre”.

4. Salmo 7: Oración del justo perseguido
Lamentación de David, la que cantó a Dios, a propósito del benjaminista Cus.
“Yahveh, Dios mío, a ti me acojo, sálvame de todos mis perseguidores, líbrame; ¡que no arrebate como un león mi vida el que desgarra, sin que nadie libre! Yahveh, Dios mío, si algo de esto hice, si hay en mis manos injusticia, si a mi bienhechor con mal he respondido, si he perdonado al opresor injusto, ¡que el enemigo me persiga y me alcance, estrelle mi vida contra el suelo, y tire mis entrañas por el polvo!

Levántate, Yahveh, en tu cólera, surge contra los arrebatos de mis opresores, despierta ya, Dios mío, tú que el juicio convocas. Que te rodee la asamblea de las naciones, y tú en lo alto vuélvete hacia ella.

Júzgame, Yahveh, conforme a mi justicia y según mi inocencia.
Haz que cese la maldad de los impíos, y afianza al justo, tú que escrutas corazones y entrañas, oh Dios justo. Dios, el escudo que me cubre, el salvador de los de recto corazón; Dios, el juez justo, tardo a la cólera, pero Dios amenazante en todo tiempo para el que no se vuelve. Afile su espada el enemigo, tense su arco y lo apareje, para sí solo prepara armas de muerte, hace tizones de sus flechas; vedle en su preñez de iniquidad, malicia concibió, fracaso pare. Cavó una fosa, recavó bien hondo, mas cae en el hoyo que él abrió; revierte su obra en su cabeza, su violencia en su cerviz recae. Doy gracias a Yahveh por su justicia, salmodio al nombre de Yahveh, el Altísimo.”

5. Salmo 9: Dios humilla a los impíos y salva a los humildes
“¡Sea Yahveh ciudadela para el oprimido, ciudadela en los tiempos de angustia!
Y en ti confíen los que saben tu nombre, pues tú, Yahveh, no abandonas a los que te buscan. Salmodiad a Yahveh, que se sienta en Sión, publicad por los pueblos sus hazañas; que él pide cuentas de la sangre, y de ellos se acuerda, no olvida el grito de los desdichados.

Tenme piedad, Yahveh, ve mi aflicción, tú que me recobras de las puertas de la muerte, para que yo cuente todas tus alabanzas a las puertas de la hija de Sión, gozoso de tu salvación. Se hundieron los gentiles en la fosa que hicieron, en la red que ocultaron, su pie quedó prendido. Yahveh se ha dado a conocer, ha hecho justicia, el impío se ha enredado en la obra de sus manos. Sordina. ¡Vuelvan los impíos al seol, todos los gentiles que de Dios se olvidan! Que no queda olvidado el pobre eternamente, no se pierde por siempre la esperanza de los desdichados.”

6. Salmo 10: El malvado y el justo
“¿Por qué, Yahveh, te quedas lejos, te escondes en las horas de la angustia?
Por el orgullo del malvado es perseguido el desdichado, queda preso en la trampa que le ha urdido. Sí, el malvado se jacta de los antojos de su alma, el avaro que bendice menosprecia a Yahveh, el impío, insolente, no le busca: «¡No hay Dios!», es todo lo que piensa.

En todo tiempo se afianzan sus caminos, allá arriba tus juicios muy lejos de él están, a todos sus rivales da soplidos.

Dice en su corazón: «¡Jamás vacilaré!» porque en desgracia no se ve, maldice. De fraude y perfidia está llena su boca, bajo su lengua sólo maldad e iniquidad; al acecho se aposta entre las cañas en los recodos mata al inocente. Todo ojos, espía al desvalido, al acecho escondido como león en su guarida, al acecho para atrapar al desdichado, atrapa al desdichado arrastrándole en su red.
Espía, se agazapa, se encoge, el desvalido cae en su poder; dice en su corazón: «Dios se ha olvidado, tiene tapado el rostro, no ha de ver jamás.»
¡Levántate, Yahveh, alza tu mano, oh Dios! ¡No te olvides de los desdichados!
¿Por qué el malvado menosprecia a Dios, dice en su corazón: «No vendrás a indagar?» Lo has visto ya, que la pena y la tristeza las miras tú para tomarlas en tu mano: el desvalido se abandona a ti, tú socorres al huérfano.

¡Quiebra el brazo del impío, del malvado; indaga su impiedad sin dejar rastro!
¡Yahveh es rey por siempre, por los siglos; los gentiles han sido barridos de su tierra! El deseo de los humildes escuchas tú, Yahveh, su corazón confortas, alargas tus oídos, para hacer justicia al huérfano, al vejado: ¡cese de dar terror el hombre salido de la tierra!”

7. Salmo 11: Confianza del justo
“En Yahveh me cobijo; ¿cómo decís a mi alma: «Huye, pájaro, a tu monte?
«He aquí que los malvados tensan su arco, ajustan a la cuerda su saeta, para tirar en la sombra a los de recto corazón.

Si están en ruinas los cimientos, ¿que puede hacer el justo?»

Yahveh en su Templo santo, Yahveh, su trono está en los cielos; ven sus ojos el mundo, sus párpados exploran a los hijos de Adán.

Yahveh explora al justo y al malvado; su alma odia a quien ama la violencia.
¡Llueva sobre los malvados brasas y azufre, y un viento abrasador por porción de su copa! Que es justo Yahveh y lo justo ama, los rectos contemplarán su rostro”.

Conclusión

CERTIFICO que los textos citados en mi trabajo MALVADOS Y JUSTOS EN LOS SALMOS están tomados de la versión española conocida como Biblia de Jerusalén.

DOY FE, en Santiago de los Caballeros a los once (11) días del mes de mayo del año del Señor dos mil quince (2015). 

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