Más allá del Fondo

El comunicado de prensa que emitió la misión del FMI al finalizar su visita anual al país dice algunas cosas abiertamente, pero otras las dice a medias, y otras más simplemente las calla.

El comunicado de prensa que emitió la misión del FMI al finalizar su visita anual al país dice algunas cosas abiertamente, pero otras las dice a medias, y otras más simplemente las calla. No miente cuando expresa que la situación económica ha mejorado. Después de todo, hay un crecimiento más vigoroso, la inflación está bajo control, y los déficits fiscal y externo son más reducidos.

Sin embargo, simultáneamente llama la atención sobre tres temas cruciales a los que se refiere diplomáticamente como “retos pendientes”: las finanzas públicas, el sector eléctrico y el sector externo. Pero cuando los aborda, apenas toca su superficie.

Con respecto al primero, el Fondo elogió al gobierno por el esfuerzo hecho en 2013 para reducir el desbalance fiscal. Y ciertamente, el déficit del sector público no financiero se redujo en más de la mitad gracias a la contracción del gasto público y a mayores ingresos generados por la última reforma tributaria.
Pero siendo honestos, la reducción del gasto no implicó un sacrificio mayúsculo porque lo que logró fue hacer retornar la inversión pública al nivel previo a 2012 cuando las autoridades de turno violaron las leyes y desquiciaron el gasto. Volver a la “normalidad” no tiene mucho mérito.

Al mismo tiempo, el comunicado tampoco advierte lo que las autoridades hoy reconocen: que a la reforma tributaria le siguió una contra-reforma que no sólo comprimió su capacidad recaudatoria, sino que lo hizo a costa de algunos de los impuestos más sanos y que gravan más a los más ricos como el de la circulación vehicular.

A pesar de eso, acertadamente el Fondo llama la atención sobre la necesidad de trazar metas fiscales de mediano plazo que reduzcan los requerimientos de endeudamiento. En otras palabras, le dice al gobierno que no debe continuar con este modelo de gestión macroeconómica basado en deuda.

Sin embargo, la fórmula que propone, reducir las exenciones y contener el gasto, esquiva las preguntas nodales asociadas al conflicto distributivo: quién debe pagar, cuáles gastos reducir, proteger o ampliar, y cómo. Con el historial que tienen los grupos de poder favoreciendo los impuestos que cargan a los pobres y sin poder, y con el descrédito del Estado en el manejo de recursos, un esfuerzo en esa dirección promete un fracaso político o una mayor regresividad impositiva. Lo segundo es inaceptable y el fracaso en incrementar las recaudaciones forzaría eventualmente a una reducción del gasto público, con todas sus consecuencias sobre gastos tanto legítimos como ilegítimos.

De allí que el reto simultáneo de la sostenibilidad fiscal y de la construcción de un Estado capaz de cumplir con sus obligaciones distributivas y para con el desarrollo pasa por la conformación de una sólida coalición de fuerzas sociales que obligue al sistema político a articular un sistema tributario más fuerte y progresivo, y un gasto público más efectivo y transparente, y menos permeado por la corrupción y el clientelismo.

Sobre el sector eléctrico, el Fondo le da la bienvenida a las nuevas inversiones en generación, pero advierte indirectamente sobre sus implicaciones fiscales, algo sobre lo que el gobierno no ha sido claro. Lo más probable es que haya alguna forma de deuda pública, lo que supondría aumentar una carga ya pesada, aunque es evidente que se pagaría a mediano plazo porque las transferencias al sector se reducirían. Además, insiste en la necesidad de aumentar y ajustar la tarifa al costo efectivo. Pero no aborda la cuestión de las pérdidas por fraude y la negligencia estatal en enfrentarlas. Abaratar la energía sin atacar el fraude es como sustituir la mercancía cara en el anaquel de la calle por mercancía barata. Las pérdidas serían menores, pero continuarían.

Por último, la misión notó la mejora en las cuentas externas gracias a las exportaciones de oro y la reducción de las importaciones. Pero este es un resultado excepcional vinculado en buena medida a una baja demanda de importaciones por la caída del nivel de actividad. Con la moderada recuperación que se espera para 2014, el déficit podría retornar a su nivel normal, y con ello la necesidad de financiarlo. La cuestión crucial es que tenemos una economía rentista y un aparato productivo incapaz de competir y generar divisas, algo que no termina de ser enfrentado.

Hay que ir más al fondo de lo que dice el Fondo.

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