De mujeres, amores y política

Aunque la participación de mujeres en la política ha ido creciendo significativamente, especialmente desde finales del siglo pasado …

Aunque la participación de mujeres en la política ha ido creciendo significativamente, especialmente desde finales del siglo pasado  luego de haber conquistado la igualdad de derechos cívicos y políticos, al menos en buena parte del mundo, la misma ha estado muy vinculada a la carrera política de hombres cercanos a sus vidas: padres o esposos.

Afortunadamente también existen casos en que mujeres excepcionales han logrado escalar las primeras posiciones de poder por sus propios méritos, como Margaret Thatcher, Michelle Bachelet, Angela Merkel y Dilma Rousseff.

La política, que es una de las mayores pasiones humanas, generalmente contagia a los cónyuges o a la familia del líder, que en ocasiones asumen actitudes reñidas con los principios democráticos al entender que detentan el poder como si fueran una corporación y que pueden manejar hasta la sucesión en el puesto, intentando imponer candidaturas  desde su núcleo familiar.

Este fue el caso del expresidente de Guatemala Álvaro Colom quien para saltar el mandato constitucional de no reelección intentó presentar  la candidatura de su esposa, aunque tuviera que pasar por el simulacro de un divorcio, para también burlar la prohibición de candidaturas de familiares y aliados prevista en la Constitución de dicho país. Lo mismo intenta ahora el expresidente de Honduras Manuel Zelaya.

En Francia  dos esposos se convirtieron en rivales políticos, el actual presidente François Hollande y Ségolène Royal, habiendo sido esta última  primero que éste candidata a la presidencia por el Partido Socialista en el año 2007, elecciones que perdió  frente a Nicolás Sarkozy,  habiéndose enfrentado luego a su ex marido en las primarias internas de su partido para las elecciones de 2012.

Pero  así como puede actuar a favor el empuje de un esposo interesado, también pueden actuar en desfavor los desafectos, como ocurrió recientemente con Royal quien aspiraba al premio de consolación de la presidencia de la Asamblea Nacional y se quedó como perico en la estaca debido a que un candidato disidente de su propio partido, apoyado públicamente en Twitter por la compañera de su ex esposo y Presidente, se alzó con el escaño.

Nosotros  también hemos vivido episodios apasionantes de luchas intestinas  entre el hoy presidente electo y el actual presidente que trató de jugar la carta de la candidatura de su esposa y que al no poder imponerla logró hábilmente  que se le diera la segunda magistratura de la nación. También aquí el Twitter ha sido escenario de pasiones de mujeres heridas o apasionadas que han sucumbido a la tentación de dar declaraciones que afectan a candidatos de los partidos de sus esposos como ocurrió en el PRD, solo que aquí no fueron desautorizadas públicamente como lo fueron en Francia.

En política y amores la pasión juega un rol fundamental, y cuando ambas se juntan la combinación puede ser explosiva. Resta por ver cómo se conjugarán los temperamentos de la fórmula presidencial electa y si la aparente frialdad del primero y la pasión de la segunda, mezclarán bien en el ejercicio del poder.

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