El Museo de la Altagracia, importante imán para atraer al turismo religioso

Esta nueva propuesta museística nacional es una iniciativa público-privada, que completa la oferta para posicionar el país como…

Esta nueva propuesta museística nacional es una iniciativa público-privada, que completa la oferta para posicionar el país como un destino de interés dentro del turismo de la fe. Este nicho de mercado, que crece por encima del promedio, supone una oportunidad para crear alternativas al turismo de sol y playa, pero también un reto nacional para el sector y la sociedad en su conjunto.

Imaginar que la República Dominicana puede ser la Tierra Santa del Caribe no es idea de locos. Al menos, desde el punto de vista del turismo religioso.

La religión católica tomó de base este punto del atlas para sembrar las raíces de la fe en el continente americano. Aquí se fundó la primera catedral del Nuevo Mundo, se ofició en Puerto Plata la primera misa de América, se edificaron magníficos templos y santuarios pertenecientes a las principales órdenes religiosas y también desde aquí se diseminó el cristianismo por todo el continente.

Este legado constituye no sólo una expresión religiosa, sino un rosario de tesoros histórico-artísticos, al que ahora se suma un muy destacado eslabón: el Museo de la Altagracia, recientemente inaugurado por el expresidente de la República, doctor Leonel Fernández.

Ubicado en los jardines de la Basílica de la Altagracia, en Higüey, exhibe en su interior piezas históricas de incalculable valor, que muestran la devoción a la patrona del pueblo dominicano desde el siglo XVIII.

El Museo de la Altagracia se trata de un rescate cultural convertido en espacio museístico. Su directora, la señora Gisela Lizarazo, nos cuenta que “la visita al Museo de la Altagracia lo tiene todo. Fundamentalmente, es un paseo cultural, histórico y religioso, que atrae al visitante, sea este turista o nativo, a conocer la diversidad y la riqueza cultural de los dominicanos”.

Ese es precisamente el objetivo de esta infraestructura cultural: atraer visitantes y sumarse a la oferta de actividades de las que ya disponen los turistas, especialmente, los que eligen como destino la región Este del país.

Para el señor Paul Beswick, director ejecutivo de la Fundación Punta Cana, el Museo de la Altagracia es una gran oportunidad: “Este museo es una ventana para mostrar y compartir con el mundo raíces y significados de la identidad cultural y religiosa del pueblo dominicano. Por tanto, un objetivo importante es hacer que cada visita resulte una aventura completa, íntima e interesante para el turista. Gracias a todos los elementos que ofrece esta propuesta museográfica, se presenta al visitante una parte esencial del devenir de nuestra cultura y religiosidad”.

La Ruta Mariana del continente americano

Para convertirse precisamente en un imán turístico, un equipo de expertos internacionales ha trabajado intensamente con la finalidad de recuperar el patrimonio artístico e histórico que posee el santuario mariano, restaurarlo y mostrarlo, en un área de 9,000 metros cuadrados, para que el visitante lo conozca, lo admire, lo valore y difunda esta tradición en otras latitudes. No en vano se trata de la devoción mariana más antigua de América.
Con la adición del Museo de la Altagracia, el turismo religioso en la República Dominicana tiene los elementos necesarios para ser una parte clave de los paquetes vacacionales que ofrece la isla.

En opinión del señor Julio Llibre, presidente de la Asociación Nacional de Hoteles y Restaurantes (Asonahores), “tenemos muchos ejemplos de destinos que se han posicionado en este concepto y que han tenido un auge extraordinario, como Tierra Santa en Israel, el Vaticano en Roma, Fátima en Portugal, Lourdes en Francia, la Ruta de Santiago en el norte de España y así muchos más… ¿Por qué no pensar que la República Dominicana podría ser el punto de partida de la Ruta Mariana del continente americano? ¿Qué mejor espacio y estandarte que la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia y el Museo de los Exvotos?”

La creciente importancia del turismo religioso está fuera de dudas. Según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMC), entre 300 y 330 millones de personas visitan anualmente los principales lugares de peregrinación del mundo y el 60% de ellos pertenece a religiones cristianas. Además, desde 2009 se registra una tendencia al alza en el turismo religioso, con crecimientos de este segmento que superan el promedio del sector.

La Asociación Mundial de Viajes Religiosos (WRTA) cifra en más de US$18,000 millones el volumen de negocios que mueve actualmente el turismo de la fe, un monto que los profesionales que trabajan con este tipo de ofertas estiman que puede duplicarse para el año 2020.

Con estos datos sobre la mesa, República Dominicana no puede dejar escapar el tren para posicionarse en este nicho de mercado. El Ministerio de Turismo trabaja, de hecho, en un proyecto en la provincia de La Vega sobre la creación de la Ruta de la Fe. Allí se encuentra el Santuario del Santo Cerro, donde Cristóbal Colón plantó una cruz e invocó a la Virgen de las Mercedes, patrona de Santo Domingo, para que intercediera en las disputas entre conquistadores y aborígenes.

Ahora, con la oferta del museo altagraciano se completa un círculo que hay que reforzar desde otras áreas para realmente poder atraer público con estos intereses. La obra, una estructura minimalista ideada por el investigador de arte y experto en museología Sergio Barbieri, fue construida con una inversión de RD$200 millones, el 70 por ciento aportado por el Estado y 30 por ciento por el sector empresarial y la Iglesia católica.

“La oferta del museo debe ser parte de un circuito de la fe y de la consagración mariana de América, que empieza en la República Dominicana por ser la cuna del cristianismo católico en América. Este es el elemento central que debe servirnos de punta de lanza para enriquecer la oferta complementaria de nuestro país al turismo de sol y playa”, apunta el señor Llibre.

Un compromiso para Higüey y la zona Este

Esto será posible, si hay un compromiso de la sociedad civil de Higüey y de toda la zona este. No sólo se necesita una infraestructura como ésta, sino que debe generarse un plan de acción, que involucre a todos los sectores y, por supuesto, que cuente con la comprensión y apoyo de la comunidad para impulsar la presencia de este aporte museístico y favorecer el desplazamiento y disfrute de los visitantes.

En este sentido, el director ejecutivo de la Fundación Punta Cana prevé que este museo ayudará a dinamizar la economía local, pero para ello “la ciudad de Higüey tiene el compromiso de prepararse para poder recibir en condiciones apropiadas el constante flujo de visitantes locales y extranjeros, fruto de esta y otras iniciativas.

Los resultados van a depender en gran medida del compromiso de la ciudad y de la adopción de una serie de acciones de ordenamiento y dotación urbanos que faciliten y recreen la estancia de los turistas”. Conjuntamente con la Asociación de Hoteles y Proyectos Turísticos del Este y el Cluster Turístico de la Altagracia, se está promoviendo la coordinación de esfuerzos para impulsar la afluencia de visitantes al casco urbano de Higüey, incluyendo la Basílica, el Museo y otras áreas de interés.

“En lo que al Grupo Punta Cana respecta, desde el inicio colaboramos con el proyecto del museo. Hemos venido trabajando con el Obispado de Higüey y otras instancias e iniciativas tendentes a fortalecer y consolidar el flujo de visitantes nacionales y extranjeros hacia Higüey, añade el señor Beswick.

Aprovechar la generación de empleos indirectos

Existen muchas otras acciones a desarrollar. Entre ellas, hay que poner a prueba la creatividad del país y de su gente para maximizar la generación de empleos indirectos.

Como pone de ejemplo el señor Llibre, “debemos aprovechar este proyecto para reavivar el desarrollo de la artesanía en su sentido más amplio. Un primer paso sería crear un División de Artesanía, bajo el pénsum de Infotep, que se apoye en el manejo de la cera, las velas, las figuras y las reliquias de los exvotos, las conservas y los dulces artesanales, así como la producción de rosarios de cuentas perfumadas con plantas esenciales locales”.

“En fin, es la creatividad lo que debemos poner a prueba para sacar provecho de esta gran iniciativa, hecha realidad gracias al impulso del Obispado de Higüey, el mecenazgo del señor Alejandro E. Grullón E. y el apoyo del sector gubernamental”, añade el presidente de Asonahores.

Esta nueva infraestructura espera convertirse en la parada obligada de los turistas que, año tras año, nos visitan atraídos por las maravillas de la región este. República Dominicana refuerza así su oferta museística y esto también influye en futuras inversiones en esta zona.

El país recibe al año más de 4 millones de turistas de todas partes del mundo, que buscan tanto sentirse en casa y disfrutar del clima, como encontrar cosas nuevas. En ese sentido, el Museo de la Altagracia, además de jugar un papel relevante en la preservación del patrimonio nacional, representa un aporte en ese deseo de mostrar al vacacionista una República Dominicana distinta, y generar así nuevas oportunidades de desarrollo económico.

US$18 mil MM
Suma movilizada mundialmente por el turismo religioso y que podría duplicarse hacia el año 2020.

RD$200 MM
El costo del Museo Altagraciano, financiados en un 70% por el Gobierno y un 30% por el sector privado y la Iglesia.

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