La ciudad de Santo Domingo, desde sus inicios, ha sido un espacio en el que convergen una serie de entes que, con el transcurrir del tiempo, han entendido necesario situarse en suelo dominicano para desde ahí hacer su aporte.
Así hemos conocido sujetos meritorios, tal como acontece con Juan José Bellapart, quien desde hace décadas se radicó en la Ciudad Primada de América.
En la República Dominicana se ha suscitado una fuerte corriente que dicta al coleccionismo, sobre todo en el período que va desde finales de la década de 1970 hasta bien entrada la década de 1990. Ya por el 2000 y hasta la fecha, se puede hablar de tiempos convulsos, unos buenos, otros no tan buenos. En todo esto, Bellapart ha mantenido su interés y confianza en aquellos que con su visión y sensibilidad han ganado reconocimiento como dignos representantes del arte nacional. Así, poco a poco, entre multiplicidad de estilos, formas y colores se ha ido gestando lo que hoy conocemos como el Museo Bellapart.
Parecería que exageramos si admitimos que esta institución alberga la mejor selección de arte dominicano en Santo Domingo, en especial de las primeras escuelas y los exponentes más representativos probablemente hasta la década de 1980. Pero faltaríamos a nuestra razón si omitimos esta realidad, pues basta visitar el Museo de Arte Moderno para confirmar que entre sus muros, solo el tercer piso está reservado para la muestra permanente, con algunos ejemplos de las piezas que han sido merecedoras de importantes premios en el marco de la Bienal Nacional de Artes Visuales.
El Museo y su fiesta de aniversario
Como es sabido por muchos, don Juan José Bellapart ha sido un admirador fervoroso de la obra del maestro de la plástica dominicana Jaime Colson, de ahí que todo lo que presente algún vínculo con el afamado pintor, quien bebió de las fuentes directas de las vanguardias europeas, sea bien valorado en la Colección Bellapart, sobre todo si a esto se suma el innegable valor estético que habita en la producción visual del artista Virgilio Méndez, uno de los más aventajados discípulos de Colson, con cuyas obras el Museo Bellapart celebra su XV Aniversario.
“Virgilio Méndez, testimonios del silencio” es el título de la muestra que recoge 53 obras, en su mayoría correspondientes al fondo de la institución, mientras que otras han sido cedidas a modo de préstamo, tal como acontece con la pieza “Yelidá” (1971) dibujo a tinta correspondiente a la Colección Eduardo León Jimenes, ganador de un premio especial en la edición VII del concurso del homónimo centro cultural. Posiblemente esta pieza sea una de las más representativas entre el conjunto presentado y donde mejor se reconoce la impronta del maestro (Colson) sobre el alumno (Virgilio Méndez), conjuntamente con “Estudio de figuras femeninas”, “Estudio de figuras humanas” y “Estudio de serenata”.
A pesar de que como bien expone Myrna Guerrero (actual Directora del Museo Bellapart) en sus palabras al catálogo: “La academia y Jaime Colson dejaron huellas profundas en Virgilio Méndez”, -así como Domingo Liz-. Del primero tomó Méndez el apego a los clásicos, su admiración por el equilibrio formal, la estructura compositiva, el dibujo y el amaneramiento de las figuras. La impronta de Liz la reconocemos en la predilección por la tinta y la plumilla, la observación del entorno y su cotidianidad como fuentes de inspiración, la recreación de los caseríos y gentes del pueblo llano como entes permanentes de su discurso plástico, así como la obsesión del papel como soporte”.
Pero hay que tener cuidado, no es lo mulato lo que el artista resalta en sus piezas, sino lo afro, resaltando la riqueza que provee la madre África a nuestra cultura, aún pendiente por ser mejor estudiada y valorada entre nosotros.
Sobre la curaduría
Myrna Guerrero ha sabido asumir con tesón la puesta en escena de la muestra, con una lectura sencilla, pero coherente, que muestra piezas que van desde 1977 hasta 1995, tiempo en que fue tomando cuerpo el conjunto de obras de Virgilio Méndez en la Colección Bellapart.
Este arco temporal le ha posibilitado la inserción de varios universos, el primero bajo el título “Tras los pasos de los maestros” (búsqueda y reafirmación), donde se percibe la clara influencia en las obras de Méndez, de quiénes fueron sus primeros mentores, que además de Colson y Liz, vale destacar la impronta de Clara Ledesma y Gilberto Hernández Ortega con quienes compartió en su paso por la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA).
Otro título para la selección es “Testimonios de lo propio” (el trabajo) donde se aprecia la consolidación de una forma de representación muy personal y que va a caracterizar el devenir artístico de Virgilio Méndez casi hasta el final de sus días, tal como ocurre en la selección bajo el título “Un día de domingo” (el descanso).
Así no será en “Testimonios de drama y ruptura” (Tras la búsqueda de nuevos caminos), puesto que, por un lado pasa a ser una etapa de crisis en todos los órdenes y, por tanto de decadencia, sin que esto demerite por completo el valor de su trabajo, ya que la necesidad lo guía a emplear otros medios para llevar a cabo su arte y, de la experimentación hoy podemos distinguir un trabajo que goza de originalidad y valor artístico.
Sobre la muestra en general
Felicitamos esta iniciativa de rescatar la labor pictórica de artistas que muchas veces caen en el olvido y cuyas obras merecen que sean situadas entre las más representativas del arte nacional, por su real aporte al desarrollo no sólo de los medios pictóricos, sino también conceptuales, pues pocos artistas nacionales explotan y reservan como memoria la riqueza que supone ser el resultado de un proceso sincrético único, del cual deviene el dominicano contemporáneo.
Los interesados pueden pasar por el Museo Bellapart, abierto al público de lunes a viernes de 9:00 a.m. a 6:00 p.m. y los sábados de 9:00 a.m. a 12:00 m., donde se podrán informar además sobre el programa de actividades en torno a la muestra.
