La Natividad

Ya falta poco para que los dominicanos celebremos una de las fiestas más esperadas: la Natividad.

Ya falta poco para que los dominicanos celebremos una de las fiestas más
esperadas: la Natividad.Acontecimiento que reúne a millones de personas en torno a una celebración donde se conjuga lo religioso y lo popular, siendo esto último lo más relevante para muchas personas que apenas alcanzan a entender el verdadero motivo. Sin embargo, quiero precisar que no estoy en contra de todo el “folklore” que se vive en estas fiestas. Al contrario, disfruto la iluminación de las calles, los ya tradicionales nacimientos, los arbolitos y la alegría expresada de múltiples formas.

Lo que no puedo es obviar la actitud de personas que olvidan que el objetivo es rememorar el nacimiento de Jesús, como símbolo de nuestra creencia en Él.

Por esto pienso que sin importar la manera que escoja la humanidad para festejar este hecho histórico y de gran relevancia para la existencia misma del hombre sobre la faz de la tierra, Jesús debe ser el centro de estas festividades.

Jesús es la Navidad. En este contexto me permito compartirles un fragmento de una oración de Santa Teresa que recito desde muy joven: “Quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta”.

Muchas veces para poder sentirnos alegres, lamentablemente necesitamos de cosas materiales, pero algunos, ni siquiera rodeados de todo lo que en algún momento desearon y tuvieron, logran alcanzar la felicidad que tanto se desean unos a otros.

Y la razón es simple: en esos corazones no está Jesús. Y si no está en los corazones de quienes celebran sólo con vino y cervezas, entonces para estas personas no es Navidad. Así pensamos los creyentes de corazón abierto. Ese corazón que debemos convertir en pesebre para anidar los más hermosos y grandiosos sentimientos que nos legó nuestro Señor.

Andamos apurados para tener todo en orden, perfecto para la Nochebuena. Eso es emocionante y nos permite compartir en familia. Pero antes preparemos el pesebre interior. Limpiémoslo de rencores, de envidia, de vanidad, de desesperanza…Y luego, con un corazón puro, brindemos por la llegada de Dios a nuestras vidas.

Los dominicanos somos un pueblo de fe, incluso en los peores momentos de nuestra vida republicana alzamos nuestras manos para pedirle a Dios fortaleza y voluntad para reponernos.

Por eso estoy convencida de que podremos ser capaces de reflexionar más allá de las fiestas callejeras, para hacer renacer al Cristo vivo en nuestros corazones.

Feliz Navidad para todos mis hermanos, hijos de una sola y bella patria, especialmente para aquellos que no tienen la dicha de recibir un mensaje de felicitación.

Por eso, abrazo desde mi rincón a los enfermos que sufren en un hospital, a los encarcelados y a quienes aún en libertad sufren por alguna razón.

Que haya bondad, amor, generosidad y perdure la solidaridad.

Si actuamos en consonancia con esta forma espléndida de celebrar el nacimiento de Jesús, es casi seguro que estas fiestas no se vean afectadas por el dolor de una tragedia.

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