En nombre de la paz

La economía de Estados Unidos sigue creciendo y probablemente mantendrá ese ritmo durante este año. Ocurre en tiempos de paz, lo que no significa que la producción de armamentos se haya detenido, ni mucho menos la dinámica económica ni los empleos&#

La economía de Estados Unidos sigue creciendo y probablemente mantendrá ese ritmo durante este año. Ocurre en tiempos de paz, lo que no significa que la producción de armamentos se haya detenido, ni mucho menos la dinámica económica ni los empleos que genera.

La administración de Obama se enfocó en salir formalmente de Irak, mediante el retiro progresivo de tropas, y hace todo lo necesario por no involucrarse de nuevo directamente en esa nación, pese a las acciones horribles del Estado Islámico.

En Afganistán Obama sigue la misma estrategia. Sugiere la adopción de una política menos riesgosa que las intervenciones directas. Total, en cualquier caso, la industria que alimenta la guerra sigue alcanzando sus propósitos económicos.

Desde el punto de la geopolítica, se cumplen los objetivos con el alto desarrollo tecnológico de instrumentos para la guerra, con unos costos humanos prácticamente inexistentes.

La Gran Nación se adapta a los nuevos tiempos. Según el Instituto Internacional de Paz con sede en Estocolmo, después que Estados Unidos emprendió la “lucha contra el terrorismo internacional”, sigue gastando en la industria armamentista alrededor de 580 mil millones de dólares anuales.

Es el mayor productor de armas a nivel mundial, por encima de Rusia, Alemania, Francia y Gran Bretaña. Precisamente, este fin de semana, Alemania, Francia y Rusia acordaron reunirse en Minsk, Ucrania, para encontrar una vía para la pacificación de este último país. Mientras, el vicepresidente Joe Biden, advierte que Estados Unidos considera la posibilidad de enviar armamentos a Ucrania.

En ese escenario, y después de la ocupación rusa de Crimea, Estados Unidos le impone más vigor al viejo instrumento de la sanción económica contra los Estados. Un recurso habilitado que forma parte del vademécum de Obama en su estrategia orientada a evitar la confrontación directa.

La sanción económica contra terceros países puede surtir efectos convenientes sin incumplir compromisos con aliados, sin exponer a sus ciudadanos, manteniendo el dinamismo de  la economía, en todos los escenarios.

El crecimiento proyectado para 2015 de un 3%  tiene mucho que ver con  bienes y servicios, pero también con la industria de las armas, en una competencia en la que no están ausentes China, Holanda, Italia, Suecia e Israel, en nombre de la paz. l

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