La nueva era política de Cuba y Estados Unidos

Es obvio que tras la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría entre Estados Unidos, China y Rusia, las tensiones con Cuba eran totalmente insostenibles. Los grandes países socialistas fueron los primeros en abandonar sus posturas ideológic

Es obvio que tras la caída del muro de Berlín y el fin de la Guerra Fría entre Estados Unidos, China y Rusia, las tensiones con Cuba eran totalmente insostenibles. Los grandes países socialistas fueron los primeros en abandonar sus posturas ideológicas vanguardistas. Es que nadie imaginaba que la China de Mao Tse Tung se convertiría en la potencia económica mundial que es hoy. Ni que la Unión Soviética abandonaría su viejo modelo socialista para asumir una especie de régimen donde el social capitalismo, la socialdemocracia capitalista, es el modelo dominante. En Cuba, tras la llegada al poder de Raúl Castro, hay una nueva sociedad con economía de mercado en transición, muy diferente al socialismo original de Fidel Castro.

Son las bases ideológicas, económicas y políticas de las nuevas relaciones entre Cuba y Estados Unidos, reafirmadas en el encuentro histórico de Barack Obama y Raúl Castro la semana pasada durante la Séptima Cumbre de las Américas, celebrada en Panamá con 34 jefes de Estado de América Latina y el Caribe, para reafirmar el desplome de 53 años de bloqueo contra Cuba. Es que la visión anticipada de negocios bilaterales entre el mundo socialista y capitalista la tuvo el expresidente de Estados Unidos Richard Nixon cuando sorprendió al mundo en 1971 estableciendo relaciones con China comunista. Desde entonces, la hoz y el martillo, junto a la foto de Mao Tse Tung ondean en las embajadas de Estados Unidos. Es signo evidente de que la derecha americana fue más visionaria que la izquierda. Desde entonces, MacDonalds y Coca-Cola entraron al mercado de consumo de los mil 500 millones de ciudadanos chinos. Hoy la realidad es que los chinos son una economía mixta sólida, donde las barreras que le impedían producir millonarios han sido derribadas. El socialismo puro, chino, es una historia del pasado. La economía de mercado entró con fuerza y ha producido el milagroso despegue financiero de una nación sólida con crecimiento anual de hasta un diez por ciento. Estados Unidos y China han logrado entenderse bien en el lenguaje de las finanzas, y es fácil comprobarlo en cualquier tienda de Nueva York y en cualquiera de los 50 estados de la Unión donde los norteamericanos compran productos “Made in China”. Ni qué decir en términos de macroeconomía, si China es ahora mismo uno de los principales prestamistas de Estados Unidos.

Desde cualquier plano, el bloqueo contra Cuba, era prácticamente inexistente, era insostenible. Si las grandes superpotencias socialistas, Rusia y China, ya superaron la etapa de la Guerra Fría, no había ninguna razón para mantenerlo contra una isla del Caribe que poco a poco ha ido adaptando su régimen y su economía a los nuevos tiempos con la creación masiva de más de 500 mil empresas pequeñas, aunque mantiene el control estatal de los servicios básicos del Estado, como la salud y la educación. Es por ello que tanto la prensa estadounidense como la prensa cubana han celebrado este reencuentro histórico de dos naciones, y el nuevo aire refrescante del Caribe, selladas en el apretón de manos de Raúl Castro y Barack Obama en la Cumbre de las Américas, en Panamá.

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