Su obra de gobierno, gran aliado de Danilo

Como era de esperarse, la alianza coyuntural, no programática ni mucho menos movida por cuestiones ideológicas, entre los partidos Reformista Social Cristiano (PRSC) y Revolucionario Moderno (PRM) ha generado en la población dominicana variados anális

Como era de esperarse, la alianza coyuntural, no programática ni mucho menos movida por cuestiones ideológicas, entre los partidos Reformista Social Cristiano (PRSC) y Revolucionario Moderno (PRM) ha generado en la población dominicana variados análisis e interpretaciones.

Era de esperarse. Pues, se trata de un partido que se mantuvo aliado al oficialista PLD desde el Frente Patriótico del 1996, y con quien el peledeísmo tuvo un vínculo más allá de la especie de toma y daca que los reformistas negociaron con el PRM, aunque sin un objetivo común claramente identificable.
Los reformistas negociaban desde hacía meses un nuevo acuerdo electoral con el PLD, que finalmente no pudo concretizarse, y en apenas horas cedieron a las “ofertas” que les puso en bandeja de plata el PRM.

Esto nada tiene de malo, desde el punto de vista del derecho que le asiste a las organizaciones políticas a pactar con otras fuerzas, en función de lo que más le convenga institucionalmente o partiendo de lo que el momento o circunstancias le exijan.

Quiero hacer valer este señalamiento, porque al momento de analizar los alcances y el impacto que podría tener una alianza política, es justo precisar que lo que favorece a los partidos pactantes no necesariamente se torna electoralmente demoledor para las demás agrupaciones políticas opositoras.

Y sobran ejemplos para respaldar este último planteamiento, dentro y fuera de nuestro país. Es decir, una alianza político-electoral no siempre se traduce en beneficios para los partidos vinculados, y más aun cuando esas alianzas surgen de situaciones ajenas al interés general o por impulsos de avaricia o retaliación política.

Siendo así, la alianza circunstancial PRSC-PRM, más que un impacto real en el electorado busca un golpe de efecto que realmente sorprendería a pocos. Esto así, dado que el gran muro de contención de este pacto fuera del marco del interés nacional es el respaldo que amplios sectores mantienen de forma invariable hacia la obra de gobierno del presidente Danilo Medina.

El juego de la percepción en política es bien parecido a un campo minado, porque igual puede convertirse en bumerán para quienes intenten burlar la inteligencia del electorado.

Afirmar que de la noche a la mañana millones de personas pueden cambiar su forma de pensar frente a una realidad determinada, es simplemente subestimar su capacidad para formarse un juicio propio y tomar decisiones apartadas de cualquier intento de inducción o manipulación descarada.

Para llegar al poder, el PLD con Danilo como candidato materializó una alianza con el PRSC que dejó ver sus frutos, no sólo porque le acreditó una victoria electoral en los comicios del 2012, sino porque fue pensada como parte integral de su plan de gobierno.

La idea de este pacto no se circunscribió al reparto de cargo en el gobierno, cual apreciable botín, sino conformar un frente opositor también contra la pobreza, la desigualdad social, el desempleo y rebasar viejas deudas acumuladas en los sectores salud y educación.

De este proceso de cambios y transformaciones fue partícipe el PRSC, desde el principio de la gestión encabezada por Danilo Medina.

Y es también esta revolución en el ámbito de la Administración Pública, con resultados concretos y no simulados, con lo que cuenta el presidente Medina para formar su frente de batalla, con miras a ganar nuevamente las elecciones del 2016.

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