Agradar a los demás despierta la mutua simpatía, pero tiramos por la borda nuestra intensión cuando emitimos opiniones desafortunadas que provocan descontento en los semejantes. Es preciso tomar en cuenta que como seres humanos, siempre libramos y enfrentamos situaciones. No es necesario decirle a nadie si está gordo, flaco, joven, viejo o desarreglado. No son detalles a tomar en cuenta al saludar. Los motivos para cada uno de esos estados son netamente personales. Ser empático es lo idóneo y apelar a las tantas cosas agradables que se pueden decir sobre una persona. Obviemos lo innecesario al saludar, y tomemos en cuenta las reglas del buen trato.

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