De entrada pienso que Macedonia es vencible. Después de lo que he visto de nuestra selección nacional de baloncesto en el repechaje de Venezuela soy de opinión que estamos mejor que nunca.
Por más que la gente se apresure a buscar culpables de la derrota ante Rusia el pasado miércoles, personalmente nunca le vi oportunidad a nuestro equipo frente a la terrible escuadra rusa.
No me hice falsas expectativas y en vez de irme con la corriente y empezar a buscar un villano, mejor me detuve a pensar en lo que hemos progresado bajo la dirigencia de John Calipari y en ese gran juego que le dimos a los rusos.
Hoy enfrentamos a un equipo al que sí le podemos vencer, pero con esto no digo que es una empresa fácil. No. Macedonia viene de dar un tremendo torneo en el Eurobasket, donde llegó en la cuarta posición y su juego ha exhibido un gran nivel. Ellos ocupan el lugar número 35 en el ranking mundial de la Federación Internacional de Baloncesto (Fiba) y la criolla el 25, pero eso no debe ser considerado como una gran ventaja quisqueyana.
Nosotros tenemos grandes oportunidades, sobre todo si nuestros guards elevan su nivel de juego y existe una mayor ayuda para Al Horford y Jack Michael Martínez, los dos que han cargado con el mayor peso ofensivo de nuestra escuadra.
Primero hay que pasar esta gran prueba, que nos pondría más cerca del sueño anhelado que representa asistir a unos Juegos Olímpicos por primera vez en la historia, para luego entonces pensar en un eventual enfrentamiento ante el ganador del duelo Lituania-Puerto Rico. Los criollos tienen que prestar muchar atención al armador nacionalizado Junior Mekkaleb, quien está tercero en anotación en el repechaje con 22.0 y ademas viene de ser segundo en el Eurobasket con 21.4 puntos por cita, mientras el delantero de poder Pero Antikj, promedia 17 unidades y 8.0 capturas.
En sentido general, los macedonios cuentan con nueve de los 12 jugadores que formaron el equipo del cuarto lugar en el Eurobasket, que fue ganado por España, seguido Francia y Rusia. Macedonia es hueso duro de roer, pero afortudamente hay colmillos para ello.
