Por más que se busque, el eje de los Lakers es Steve Nash y el futuro es Dwight Howard. Complacer a esos dos es la prioridad de la organización y eso tiene que ver con no contratar a Phil Jackson, pues bienvenido sea Mike D´Antoni.
Por encima de las elevadas exigencias de Jackson, que según los reportes pedía el equivalente a media ciudad de Los Ángeles, la meta de los jefes del conjunto es que Nash actúe a sus anchas y Howard se sienta cómodo, cual pez en sus aguas, al punto de que decida continuar con el equipo a partir de la venidera contienda, cuando ingresará al mercado de la agencia libre.
Kobe Bryant y Pau Gasol entenderían sin inconvenientes los esquemas de Jackson, el preferido por consenso de muchos, incluido el autor de estas líneas. Pero la realidad se impone al protocolo y a los gustos: el negocio dice que en el futuro inmediato todo se mueve con Nash y Howard.
D´Antoni no es mal dirigente ni mucho menos. Tiene su cuota de éxitos y desaciertos al igual que muchos. Se le conoce como un capataz de corte ofensivo. De hecho, Nash lo conoce bien desde sus años en los terribles Soles de Phoenix de inicios a finales de la década pasada.
Si Nash es libre, puede hacer magia con Howard, mientras dos cerebros como Bryant y Gasol se adaptan a ese estilo.
El asunto es que se corra, no como en los ´80, pero con estos galgos.
