La Policía y La Mulata III

Los hechos ocurridos en el complejo habitacional La Mulata III, en Sosúa, Puerto Plata, vienen a reiterar, una vez más, lo que todos sabemos: el alto grado de corrupción que acompaña el accionar de agentes policiales, que por momentos da la sensación

Los hechos ocurridos en el complejo habitacional La Mulata III, en Sosúa, Puerto Plata, vienen a reiterar, una vez más, lo que todos sabemos: el alto grado de corrupción que acompaña el accionar de agentes policiales, que por momentos da la sensación de que en la Policía existen ciertas formas de organizaciones criminales, o por lo menos de complicidad con la criminalidad.

Como sabemos, la Policía suele ser un factor multiplicador de violencia, sea por los métodos que utiliza, o simplemente porque ese recurso es parte de su accionar, o que muchos de sus miembros la utilizan como modus operandi.

Todo lo que hemos dicho puede reflejar cierta dureza frente a una institución como la Policía, y de entrada pedimos excusas a los miembros dignos que puedan sentirse ofendidos. Pero la percepción sugiere que todavía estamos siendo considerados, y sobre todo, con los miembros que viven en la ilegalidad y se involucran en crímenes.

Durante la pasada gestión del general José Armando Polanco Gómez, él mismo se encargó de develar que patrullas de las inmediaciones de las avenidas de Los Próceres y Colombia, se dedican a cometer delitos, especialmente atracos.

Eran atracos de baja intensidad porque no siempre ejercían violencia contra sus víctimas. Recurrían a la extorsión y las amenazas que obligan a las personas a “cantearse”. Eran rateros.

Otros organismos de seguridad del Estado están conscientes del drama. Y llama la atención que los guardias que patrullan las calles nunca se ven juntos con los policías. Pareciera que su misión de vigilancia incluye a sus propios “compañeros” de armas, aunque no de uniformes.

Con la guardia en la calle, es perceptible que ha disminuido el grado de violencia, y en particular  su alta letalidad. 

Lo de La Mulata III nos revela un tipo de delincuencia que también involucra a estamentos altos de la Policía. Se requiere de una gestión íntegra para salvarla. Por momentos dudamos si será posible. Quizás estemos ante la realidad de que necesitamos otra Policía, completamente nueva. Ese es el gran reto. Cuándo y cómo hacerlo.

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