Presidente, cuidado con el fantasma

Durante décadas un fantasma ha rondado por el palacio nacional. Un fantasma muy peligroso que ha sido en gran medida el responsable del fracaso de importantes proyectos públicos, y de gobiernos. Nos referimos al fantasma de Palchinsky. En Mayo de…

Durante décadas un fantasma ha rondado por el palacio nacional. Un fantasma muy peligroso que ha sido en gran medida el responsable del fracaso de importantes proyectos públicos, y de gobiernos. Nos referimos al fantasma de Palchinsky. En Mayo de 1928 la policía secreta rusa detiene, y meses después fusila, a Peter A. Palchinsky. Sus escritos, y toda referencia a él, fueron vedados y clasificados por los organismos de seguridad por más de seis décadas. Con estas medidas Stalin pretendía callar una de las mentes más brillantes de la ingeniería del siglo 20. Palchinsky no era un opositor al régimen, al contrario, era uno de sus principales colaboradores. Sin embargo, fiel a sus principios, era un crítico de cómo se ejecutaban los proyectos públicos. Postulaba que todo proyecto debía estar fundamentado en datos y evidencias concretas, no en deseos o caprichos de funcionarios y gobernantes. Criticaba la formación demasiado técnica de los ingenieros, que les impedía tener una visión integral o sistémica de los problemas y sus soluciones. Criticaba la mala planificación y gestión, en especial de los grandes proyectos, donde no se evaluaban diferentes alternativas y sus implicaciones económicas, ambientales y sociales.

Loren Graham, eminente profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), logro rescatar su historia, y en su obra magistral “El Fantasma del Ingeniero Ejecutado” nos muestra como la inobservancia a sus principios fueron la causa del fracaso de grandes proyectos de la época, la Presa de Dniéper, el Canal del Mar Blanco, la Ciudad del Acero de Magnitogorsk, el ferrocarril de Baikal-Amur, el proyecto de Las Tierras Vírgenes de Kruschev. Y causa importante de la caída del propio imperio soviético, sesenta años más tarde Durante décadas, los gobiernos dominicanos han dilapidado millones de pesos en proyectos mal concebidos y pobremente ejecutados. Proyectos que no se justifican, proyectos mal concesionados, proyectos con costos excesivos, y con calidades tan pobres que hacen que sus vidas útiles sean muy inferiores a aquellas para las que fueron diseñados. El faro a Colon, el aeropuerto María Montez, Invivienda, la Barranquita, la avenida Jacobo Majluta, la concesión de la carretera de Samaná, las plantas eléctricas Smith Enron y Cogentrix, y cientos de instalaciones deportivas y escuelas abandonadas por todo el país, son solo una muestra.

El fracaso en el inicio del programa de construcción de escuelas, y la forma como se están planteando importantes proyectos, como la carretera Cibao-Sur, y el sistema de emergencias 911, son señales de que el fantasma de Palchinsky nos sigue rondando. Afortunadamente tenemos el arma para combatirlo. La implementación de sus principios, que son los principios fundamentales de la buena ingeniería, es nuestro mejor resguardo. Manos a la obra.

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