Lo que se necesita en el PRD

En el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), escribí en twitter, no se necesita una convención para salvar la penosa hipoteca que empeña su independencia y compromete seriamente su valioso legado histórico.

En el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), escribí en twitter, no se necesita una convención para salvar la penosa hipoteca que empeña su independencia y compromete seriamente su valioso legado histórico. De lo que allí están urgidos es de una camisa de fuerza. Un partido que se precie de sus valores democráticos no puede ser patrimonio de un solo hombre o de una dirigencia.

El doloroso espectáculo que el empecinamiento de un grupo le ofrece al país gratuitamente, jugando con sus estatutos y pretendiendo una perpetuidad ilegal, no es el punto central, sin embargo, del problema que lleva aceleradamente al PRD a la ruina. El problema real consiste en que la discusión que debería ocupar la atención de los dirigentes con tradición de militancia en ese partido ha sido ignorada o sepultada con la errónea idea de que así no se hieren susceptibilidades que puedan arrojar más obstáculos a una salida a la crisis.

Lo que se impone allí es colocar los puntos donde van. Exigir la aclaración de muy serias denuncias públicas que dañan la reputación de una parte del conflicto. Definir los vínculos y compromisos reales de negocios, que puedan constreñir los espacios del accionar político de un partido como ese. Denuncias algunas muy graves que sugieren una relación subrepticia de compromiso de la que no pudiera zafarse, en momentos en que la voz de la organización se haga necesaria para la salud de la República.

La crisis en el PRD no puede verse ni analizarse bajo el prisma simple de una confrontación por la presidencia o el control de los órganos de dirección del partido. Eso equivaldría a moverse por la periferia. La situación en el PRD está dejando al país sin una oposición lo suficientemente fuerte y coherente para servir de contrapeso a la excesiva acumulación de poderes por un solo grupo político, lo que podría degenerar en una “democracia de partido único”.

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